XI DOMINGO del Tiempo Ordinario – Ciclo B
SEMBREMOS LA BUENA NUEVA CON HUMILDAD Y CONFIANZA
A Jesús le preocupaba mucho que sus seguidores terminaran un día desalentados al ver que sus esfuerzos por un mundo más humano y dichoso no obtenían el éxito esperado.
Para Jesús lo más importante era que sus discípulos extendieran su mensaje con realismo, con paciencia y con una confianza grande, no de cualquier manera.
Lo primero que debían de saber era que su tarea era sembrar, no cosechar, no tendrían que vivir pendientes de los resultados, no les tendría que preocupar la eficacia ni el éxito inmediato, su atención tendría que centrarse en sembrar bien el Evangelio.
Después de siglos de expansión religiosa, los cristianos hemos de recuperar en la Iglesia el gesto humilde del sembrador, olvidar la lógica del cosechador que sale siempre a recoger frutos y entrar en la lógica paciente del que siembra un futuro mejor, porque la fuerza del Evangelio no es nunca algo espectacular o clamoroso.
El Proyecto de Dios de hacer un mundo más humano lleva dentro una fuerza salvadora y transformadora que ya no depende del sembrador, sino que depende exclusivamente de Dios.
En la actualidad lo que la Iglesia necesita es buscar caminos nuevos con la humildad y la confianza en Jesús que ha prometido que estará con nosotros hasta la consumación de los siglos. Sólo la fuerza de Jesús puede regenerar la fe en la sociedad descristianizada de nuestros días.
LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA
1ª LECTURA
Lectura del libro del profeta Ezequiel 17,22-24
Esto dice el Señor Dios:
– Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel, para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble.
Anidarán en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas. Y todos los árboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos
y ensalza los árboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 1ª LECTURA
El profeta Ezequiel quiere infundir en el pueblo de Israel que vive en el exilio la actuación liberadora de Dios que es capaz de dar vida abundante y de devolver la esperanza que brota de la fe en Él, a pesar de las contrariedades y del sufrimiento cotidiano.
SALMO
Sal 91, 2-3. 13-14. 15-16
R. Es bueno dar gracias al Señor.
2ª LECTURA
Lectura de la 2ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5,6-10
Hermanos:
Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe.
Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarlo.
Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
El apóstol Pablo recuerda a los cristianos de Corinto y también a nosotros que debemos tener confianza en la vida futura, porque sabemos que al final de nuestra vida nos encontraremos definitivamente y de forma plena con el Señor Resucitado, aunque este deseo de encontrarnos con el Señor no nos debe eximir de nuestras responsabilidades como seguidores de Jesús en este mundo.
La fe en Jesucristo nos orienta cada día, en el trato con Dios y con los hermanos.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 4,26-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también:
– ¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos?
Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra de Dios
COMENTARIO AL EVANGELIO Jesús el Señor, nos habla, mediante parábolas, del Reino de Dios que se va mostrando poco a poco con unos inicios sencillos. Dios mismo es el que hace crecer este Reino en nosotros, en cada persona. Como discípulos de Jesús somos presencia de su Reino en este mundo. |
PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL
NO TODO ES TRABAJAR, LA VIDA ES UN REGALO DE DIOS
Acostumbrados como estamos a valorar casi exclusivamente la eficacia y el rendimiento, hemos olvidado que el Evangelio habla de fecundidad, de acogida de la vida que vamos recibiendo de Dios.
La sociedad actual nos empuja con tal fuerza hacia el trabajo, la actividad y el rendimiento que ya no percibimos hasta qué punto nos empobrecemos cuando todo se reduce a trabajar y ser eficaces.
La “lógica de la eficacia” está llevando a las personas de nuestro tiempo a una existencia tensa y agobiada, a un deterioro creciente de sus relaciones con el mundo y las personas, a un vaciamiento interior y a ese “síndrome de inmanencia” donde Dios desaparece poco a poco del horizonte de la persona.
La vida no es solo trabajo y productividad, sino regalo de Dios que hemos de acoger y disfrutar con corazón agradecido.
Para que nuestra vida sea humana necesitamos aprender a estar en la vida no solo desde una actitud productiva, sino también contemplativa, aprender a vivir atentos a todo lo que hay de regalo en la existencia; despertar en nuestro interior el agradecimiento y la alabanza; liberarnos de la pesada “lógica de la eficacia” y abrir en nuestra vida espacios para lo gratuito.
Hemos de agradecer a tantas personas que alegran nuestra vida, y no pasar de largo por tantos paisajes hechos sólo para ser contemplados.
Saborea la vida como gracia el que se deja querer, el que se deja sorprender por lo bueno de cada día, el que se deja agraciar y bendecir por Dios.
Décimo primer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A
DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO/CICLO A
LA AUTÉNTICA AUTORIDAD SE MANIFIESTA HACIENDO EL BIEN
Jesús vivía muy atento a las personas necesitadas que encontraba en su camino. No era capaz de pasar de largo, sin hacer algo por aliviar su sufrimiento.
Además, Jesús con frecuencia fijaba su mirada sobre las «muchedumbres». Veía a las gentes con hambre o con toda clase de enfermedades y dolencias, y le sucedía siempre lo mismo: sentía compasión. Esta compasión de Jesús era su manera de mirar a la gente y de vivir buscando su bien. Era su forma de encarnar la misericordia de Dios.
De esta compasión nace su decisión de llamar a los «doce apóstoles» para enviarlos a las «ovejas perdidas de Israel». Para ello les da «autoridad», pero no para que la utilicen según su propia voluntad, no para gobernar al pueblo como los romanos, sino un poder orientado a hacer el bien «expulsando espíritus malignos» y «curando toda enfermedad y dolencia».
Toda la autoridad que se le puede conceder a la Iglesia debe estar orientada a curar, aliviar el sufrimiento y hacer el bien y los que lo ejercen lo han de hacer «gratis», pues la Iglesia es un regalo de Jesús a las gentes. Por eso los discípulos de Jesús, los que son su Iglesia, han de predicar lo que predicaba Él, no otra cosa. La gente debe escuchar la gran noticia de que el reino de Dios está cerca.
LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA
1ª LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 19, 2-6a
En aquellos días, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí y acamparon allí, frente al monte. Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde el monte, diciendo:
«Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a los israelitas: «Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa». Palabra de Dios.
COMENTARIO A LA 1ª LECTURA Dios habla a Moisés para decirle que recuerden siempre que Él los ha salvado de los egipcios y que si escuchan su voz y guardan su alianza serán su pueblo elegido por Él para ser una nación santa. |
Salmo responsorial
R. Nosotros somos su pueblo
y ovejas de su rebaño.
Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores, R.
Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R.
2ª LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 6-11
Hermanos:
Cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo! Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!
Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación. Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
El apóstol Pablo, en su carta a los romanos, sigue desarrollando su tesis fundamental de que Cristo murió por nosotros y nos trajo la salvación. La fuerza del amor de Dios nos ha salvado y la reconciliación es gratuita e irreversible.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 36—10, 8
En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
—«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
—«No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.
Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis». Palabra de Dios
COMENTARIO AL EVANGELIO
El pasaje evangélico de san Mateo nos explica la razón de ser de la misión de los discípulos de Jesús que no será otra que proclamad por todo el mundo que el reino de Dios ya está entre nosotros y que se dediquen a hacer el bien como Él lo hizo, dando gratis lo que han recibido gratis
PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL
ESTANCADOS
El Papa Francisco repite con mucha frecuencia que los miedos, las dudas, la falta de audacia… pueden impedir de raíz impulsar la renovación que necesita hoy la Iglesia. En su Exhortación “La alegría del Evangelio” llega a decir que, si nos quedamos paralizados por el miedo, una vez más podemos quedarnos simplemente en “espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”. Tenemos que movilizarnos para reavivar la fe de nuestras comunidades cristianas y no instalarnos en un “estancamiento infecundo”.
Una de las grandes aportaciones del Concilio fue impulsar el paso desde la “misa”, entendida como una obligación individual para cumplir el precepto de la Iglesia de oír misa, hacia la “eucaristía” vivida como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su esperanza en Cristo.
En nuestras celebraciones de la Eucaristía debemos encontrarnos con la palabra de Dios clara, con un rito expresivo, con una acogida estimulante necesaria para alimentar nuestra fe débil y vacilante. La Eucaristía debe ser “el centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana”. La Eucaristía debe ayudarnos a actualizar la cena memorable de Jesús donde se concentra de modo admirable el núcleo de nuestra fe.