Fe Y Razón
Luis-Fernando Valdés
Periódico AM Querétaro, 12/12/10
Sigue presente en la opinión pública que el sitio de Internet, llamado ‘Wíkileaks’, filtró a la prensa internacional una colección de 251,187 cables o comunicaciones del’ Departamento de Estado estadounidense con sus Embajadas por todo el mundo (28.XI.2010). Se trata de la mayor filtración de la historia de documentos secretos de la Cancillería norteamericana. Además de las repercusiones políticas, ¿qué consecuencias éticas tendrá esta fuga de información?
WikiLeaks (la palabra inglesa ‘leak’ significa fuga o filtración) es una organización mediática internacional que publica en su sitio Web informes anónimos y documentos filtrados con contenido de interés público, manteniendo el anonimato de sus fuentes. Fue creado por Julián Assange y está gestionado por ‘The Sunshine Press’.
El lanzamiento del sitio se realizó en diciembre de 2006. Su actividad comenzó en julio de 2007, y desde entonces su base de datos ha crecido constantemente hasta acumular hoy más de un millón de documentos.
Estas filtraciones de Wiki-leaks corroboran un hecho: que ya estamos en una nueva época social, inducida por una nueva etapa de la informática. Estas publicaciones revelan un aspecto importante de nuestra actual vida diaria, que se caracteriza por una especie de anarquía en la Internet.
Se trata de una especie de ‘anarquía funcional’, porque hoy en la red coexiste todo tipo de información: las redes sociales; las grandes obras literarias, religiosas, filosóficas y científicas; redes de pornografía infantil; foros de terroristas… Aunque hay cierto control político, éste está bastante limitado a comparación de los medios de comunicación de antes.
Esta diversidad de tan abundantes contenidos tiene no pocas implicaciones morales y aún no acabamos de visualizar los alcances de cada una de esas consecuencias éticas. Sin duda, muchas de esas situaciones son muy buenas, pues facilitan el acceso mundial a los textos de las grandes tradiciones literarias y filosóficas; favorecen que las comunidades religiosas estén unidas; otorgan mayores posibilidades para conseguir información objetiva, a partir de varios puntos de vista; ofrecen igualdad de oportunidades de acceso a la información y a la cultura a nivel global.
Pero Internet ofrece también otras posibilidades muy malas desde el punto de vista ético, pues ofrece un acceso casi irrestricto e ilimitado a miles de cosas perversas. ¿Es moralmente correcto poner al alcance de todos, incluidos los menores, contenidos pornográficos, violentos o sádicos? Aunque hay material que es ofrecido sólo a personas mayores de edad, ¿es ético que circule por toda la red, con la posibilidad de ser visto por menores?
Por otra parte, la Internet pone el riesgo la privacidad de individuos, empresas y Gobiernos. ¿Hasta dónde es ético poner a circular sin licencia la foto de una persona, obtenida de las redes sociales? ¿Es moralmente correcto poner en la red la información clasificada de una embajada?
En el fondo de todas estas preguntas subyace un conflicto entre la libertad de expresión y los daños que esta pueda causar en los individuos y las instituciones. En otras palabras: ¿la libertad para publicar lo que sea en la red es ilimitada o naturalmente tiene límites? ¿ésta libertad justifica los daños ala fama de los individuos?
Estamos en un cambio de época y surge la necesidad crear una ética de la Internet. Ésta es la nueva misión filosófica y educativa de nuestro tiempo, y tiene un carácter urgente.
Correo: lfvaldes@gmail.com http://www.columnafeyrazon.
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