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Vigilias de jóvenes, celebración de confirmaciones y preparación a la Misión y al Año de la Fe en Zárate – Campana

Reflexión para el Domingo de Pentecostés

Reflexión para el Domingo de Pentecostés

La solemnidad de Pentecostés se celebra con una creciente participación en nuestra diócesis de Zárate-Campana, en especial participación de jóvenes. Las vigilias de oración de jóvenes, en preparación a la Misión 2012 y a la apertura del Año de la Fe, la celebración del sacramento de la confirmación, efusión del Espíritu Santo, en parroquias y en centros de asociaciones de fieles, los retiros de jornadas (este fin de semana, el de mujeres) y muchas otras manifestaciones de piedad, oración, actividades apostólicas se realizan como fruto de la Eucaristía, de la comunión y misionariedad, ejes de nuestro Plan Pastoral.

Junto con la carta del P. Hugo Lovatto, delegado para la pastoral de Juventud, y las parroquias que han transmitido a la oficina informática la realización de las vigilias, compartimos que el día sábado 26 el Obispo celebra confirmaciones en la iglesia catedral de Santa Florentina (en turnos de 17 y 19) y el Domingo de Pentecostés, a las 11, en la parroquia de San Manuel, Mártir, en La Lonja (Pilar). El mismo día domingo a las 15 se es celebrada la misa de Pentecostés en el “Cenácolo” en Exaltación de la Cruz-Pilar (comunidad de rehabilitación de tóxico-dependientes), con confirmaciones, y más por la tarde, a las 17, las multitudinarias confirmaciones anuales en la localidad de “Los Cardales” (partido de Exaltación de la Cruz). El día lunes 28 Mons. Oscar Sarlinga concurre a la parroquia de “María de Nazaret” en Zárate, donde confirmará a jóvenes y adultos de la parroquia homónima y también a los de “Nuestra Señora de Luján” del barrio de Villa Massoni, también de Zárate, quienes se unirán al grupo de confirmandos de María de Nazaret.

En las distintas celebraciones, y en su presencia en las vigilias de Pentecostés con participación de jóvenes, el Obispo Mons. Oscar Sarlinga ha destacado el cumplimiento de la Promesa de Jesús, el envío del Espíritu Santo, proponiendo para la meditación y oración los textos del evangelio según San Juan: durante la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: “Mi Padre les dará a ustedes otro Abogado, que estará con ustedes para siempre: el espíritu de Verdad” (Juan 14, 16-17). Más adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho.” (Juan 14, 25-26). Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: “Les conviene que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado (…) muchas cosas tengo todavía que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, los guiará hasta la verdad completa,… y les comunicará las cosas que están por venir” (Juan 16, 7-14).

VIGILIA DE PENTECOSTÉS
DIÓCESIS ZÁRATE-CAMPANA
Mensaje del delegado para la pastoral de Juventud
Queridos Jóvenes:
En esta Vigilia de Pentecostés unimos nuestros corazones y nuestras voces a la de nuestro Obispo Mons. Oscar y toda la comunidad diocesana para decir:
«Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor».
El Santo Padre Benedicto XVI les decía a los Jóvenes con ocasión de la Jornada mundial de la Juventud 2008 bajo el lema: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos», que «para comprender la misión de la Iglesia hemos de regresar al Cenáculo donde los discípulos permanecían juntos (cf. Lc 24, 49), rezando con María, la «Madre», a la espera del Espíritu prometido. Toda comunidad cristiana tiene que inspirarse constantemente en este icono de la Iglesia naciente».

Hoy nuestra Diócesis es un «gran Cenáculo». Muchos jóvenes reunidos con sus Pastores y comunidades estaremos suplicando el Don del Espíritu Santo prometido. Vigilias de oración se multiplican por muchas parroquias (Catedral de Santa. Florentina, Campana; parroquia de la Natividad del Señor y San Juan de la Cruz, Escobar; Inmaculada Concepción, Maquinista. Savio; Santiago Apóstol, Baradero; San Patricio, San Antonio de Areco; Ntra. Sra. del Carmen de Zárate y Campana; Ntra. Sra. del Pilar, Pilar; Sta. Rosa de Lima, M. Alberti; y tantas otras.
Pidamos al Señor que la «común-oración» sea el fundamento de nuestra «común-misión» (El Espíritu de Comunión es la base de la misionariedad, cf. Plan Pastoral diocesano, n. 11)
Con la alegre espera de encontrarnos en la Misión juvenil Diocesana, los saludo con afecto en nombre propio y de la Delegación de Juventud.
P.Hugo Lovatto-
http://www.zonanortehoy.com/2012/05/21/zarate-campana-mensaje-del-monsenor-oscar-sarlinga/
http://www.schoenstattbelen.org.ar/
http://www.escobarnews.com/Noticias/20120519-colecta-caritas-2012.html
http://www.escobar-site.com.ar/host/host.htm
http://www.encampana.com/cat.php?txt=860&lad=93457
http://www.obispadozaratecampana.org/?page=tags&q=Mons.%20Oscar%20Sarlinga
http://www.laautenticadefensa.com.ar/noticias.php?sid=93457
http://blogsdelagente.com/oscarsarlinga/2012/05/20/ascension-del-senor-jornada-de-las-comunicaciones-sociales-transmision-del-contenido-de-la-fe-a-los-ninos-de-catequesis-coronacion-de-la-imagen-de-la-mater-ter-admirabilis-en-belen-de-escobar-y-con/
http://catedralsantaflorentina.blogspot.com.ar/2012/05/ascension-del-senor-y-jornada-de.html
http://es.catholic.net/celebraciones/120/301/articulo.php?id=1270

Explicación de la fiesta: Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos. Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas. En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que ellos hablaban. Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones, y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal. ¿Quién es el Espírtu Santo? El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús. Señales del Espíritu Santo: El viento, el fuego, la paloma. Estos símbolos nos revelan los poderes que el Espíritu Santo nos da: El viento es una fuerza invisible pero real. Así es el Espíritu Santo. El fuego es un elemento que limpia. Por ejemplo, se prende fuego al terreno para quitarle las malas hierbas y poder sembrar buenas semillas. En los laboratorios médicos para purificar a los instrumentos se les prende fuego. El Espíritu Santo es una fuerza invisible y poderosa que habita en nosotros y nos purifica de nuestro egoísmo para dejar paso al amor. Nombres del Espíritu Santo. El Espíritu Santo ha recibido varios nombres a lo largo del nuevo Testamento: el Espíritu de verdad, el Abogado, el Paráclito, el Consolador, el Santificador. Misión del Espíritu Santo:
• El Espíritu Santo es santificador: Para que el Espíritu Santo logre cumplir con su función, necesitamos entregarnos totalmente a Él y dejarnos conducir dócilmente por sus inspiraciones para que pueda perfeccionarnos y crecer todos los días en la santidad.
• El Espíritu Santo mora en nosotros: En San Juan 14, 16, encontramos la siguiente frase: “Yo rogaré al Padre y les dará otro abogado que estará con ustedes para siempre”. También, en I Corintios 3. 16 dice: “¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en ustedes?”. Es por esta razón que debemos respetar nuestro cuerpo y nuestra alma. Está en nosotros para obrar porque es “dador de vida” y es el amor. Esta aceptación está condicionada a nuestra aceptación y libre colaboración. Si nos entregamos a su acción amorosa y santificadora, hará maravillas en nosotros.
• El Espíritu Santo ora en nosotros: Necesitamos de un gran silencio interior y de una profunda pobreza espiritual para pedir que ore en nosotros el Espíritu Santo. Dejar que Dios ore en nosotros siendo dóciles al Espíritu. Dios interviene para bien de los que le aman.
• El Espíritu Santo nos lleva a la verdad plena, nos fortalece para que podamos ser testigos del Señor, nos muestra la maravillosa riqueza del mensaje cristiano, nos llena de amor, de paz, de gozo, de fe y de creciente esperanza. El Espíritu Santo y la Iglesia: Desde la fundación de la Iglesia el día de Pentecostés, el Espíritu Santo es quien la construye, anima y santifica, le da vida y unidad y la enriquece con sus dones. El Espíritu Santo sigue trabajando en la Iglesia de muchas maneras distintas, inspirando, motivando e impulsando a los cristianos, en forma individual o como Iglesia entera, al proclamar la Buena Nueva de Jesús. Por ejemplo, puede inspirar al Papa a dar un mensaje importante a la humanidad; inspirar al obispo de una diócesis para promover un apostolado; etc. El Espíritu Santo asiste especialmente al representante de Cristo en la Tierra, el Papa, para que guíe rectamente a la Iglesia y cumpla su labor de pastor del rebaño de Jesucristo. El Espíritu Santo construye, santifica y da vida y unidad a la Iglesia. El Espíritu Santo tiene el poder de animarnos y santificarnos y lograr en nosotros actos que, por nosotros, no realizaríamos. Esto lo hace a través de sus siete dones. Los siete dones del Espíritu Santo: Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para poder actuar con ellos.
• SABIDURÍA: Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente.
• ENTENDIMIENTO: Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender el por qué de las cosas que nos manda Dios.
• CIENCIA: Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.
• CONSEJO: Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.
• FORTALEZA: Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.
• PIEDAD: Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos.
• TEMOR DE DIOS: Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él. Oración al Espíritu Santo Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor; envía Señor tu Espíritu Creador y se renovará la faz de la tierra. OH Dios, que quisiste ilustrar los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que, guiados por este mismo Espíritu, obremos rectamente y gocemos de tu consuelo. Por Jesucristo, nuestro Señor

Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales
Mensaje de Mons. Oscar Sarlinga
en la Ascensión de Jesucristo a los Cielos
Hoy día es conocida la valoración de la Iglesia por los medios sociales de comunicación; no siempre, sin embargo, los miembros de la Iglesia, como Familia de Dios, hacemos un uso profundizado y evangelizador de aquéllos. En especial hoy día, cuando muchos contamos con diversos sitios, aplicaciones y redes sociales. El Santo Padre Benedicto XVI atrae nuestra atención en su mensaje a ver cómo éstos “(…) pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios” .
Es claro: transmisión de ideas, pensamientos, sentimientos, e imágenes generadoras de todo ello, son un modo estupendo de comunicación humana; ahora se nos llama también a profundizar más aún, a encontrar espacios de silencio como ocasión de meditar, y de compartir la Palabra del Señor a través de esos medios, para a la evangelización, y a civilizar, en sentido de la civilización del Amor. Ya se hace, sólo que se nos llama “a más”. Ayudaremos así al sentido de familia, a ser “una sola familia” (a este “valor”, ¿lo valoramos lo suficiente?) pues «Dios (…) ha querido que todos los hombres constituyan una sola familia y se traten mutuamente como hermanos. Todos, en efecto, han sido creados a imagen de Dios (…) y todos están llamados a una sola e idéntica meta que es Dios mismo» .
En tanto “Jornada Mundial”, la primera se celebró el domingo 7 de mayo de 1967, pero “el comunicar” en sentido más puro venía como ínsito en Pentecostés, para el empeño de la misión eclesial . En y por los Apóstoles, antes de ascender al Cielo dijo a los cristianos de todos los tiempos: “Ustedes serán mis testigos hasta los confines de la tierra” (Cf Hch 1,8). Pese a ser hombres «sin instrucción ni cultura» (Hch 4,13), los primeros testigos respondieron generosamente, y “comunicaron” la Buena Noticia, con Amor y en solidaridad, derribando muros de enemistad que separaban a los pueblos, y reconciliándolos con Dios (cf. Ef 2, 14), con la fuerza del Espíritu de caridad.
Y ahora les propongo una valoración de lo que podría ser “un signo” de estos tiempos. En este tiempo en que surge con mayor fuerza que nunca antes la cuestión de los medios de comunicación social, cuya importancia crece hasta el punto de estar casi “omnipresentes”, en un sentido, en la cultura moderna, podemos ver que las imágenes, palabras, sobreabundan muchas veces sin el necesario discernimiento a la luz de las virtudes y los valores trascendentes. Que abunden en verdad, bondad, en poder sanante, en proponer soluciones a una justicia tan largamente esperada; que abunden en unir por causas justas y en creación de lazos de solidaridad, más que saturar y embotar el entendimiento.
Es el humanismo cristiano, trascendente, integral y solidario el que puede signar con sello de verdad a los medios sociales. Nosotros, por lo menos, no disponemos de grandes medios ni de tecnologías. Pero en tanto cristianos, nos podemos plantear si el uso de aquellos medios “que están a nuestro alcance”, por lo menos, lo hacemos o no con un sentido pleno de evangelización, de promoción de la unidad, la fraternidad, promoción del respeto comprensivo, del diálogo franco y sincero… Este aspecto forma parte integrante de la misión nuestra como “miembros de la Iglesia”, y podría ser hoy la ocasión para que valoremos desde lo ético cómo lo hacemos, pero también que procuremos valorarlo desde lo religioso, desde una evaluación acerca de nuestra apertura a lo genuinamente profético, en comunión eclesial, siendo conscientes de que la Iglesia, no conocerá descanso “(…) hasta que realice visiblemente esa unidad, entre sus hijos de cualquier lengua, de cualquier nación, de cualquier medio Al hacer esto, tiene conciencia de ser un signo profético de unidad y de paz para el mundo entero (cf. Is 11, 12)» .
Valorar, dijimos, y principalmente, desde el silencio de la oración. En el mensaje de este año que hemos citado, Benedicto XVI señala que “allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial”. Es importante crear un ambiente propicio, “casi una especie de ‘ecosistema’ que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos”. Por esto decíamos que el Santo Padre llamó a “considerar con interés los diversos sitios, aplicaciones y redes sociales que pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios”. “De esta contemplación nace con toda su fuerza interior la urgencia de la misión” .
En esa sintonía, vemos que desde la comunión con Dios colaboramos con el futuro mismo del hombre, «hacia el cual todo está orientado en la tierra, como a su centro y su cima» , porque es “imagen” de Dios, hacia el cual todo está orientado, por eso los primeros discípulos comunicaron a Jesús muerto y resucitado, al Espíritu enviado: “Lo primero y más importante es que los discípulos anunciaron a Cristo como respuesta al mandato que él les había dado” .
Y hoy estamos invitados a comunicar, con renovada fuerza, la fe, la esperanza, la caridad. También la solidaridad, que es como la dimensión social de la virtud de la caridad, la solidaridad real que nos sitúa a todos, los unos con los otros, los unos para los otros, en la búsqueda del bien común dela gran comunidad de los hombres No podría omitir en este día la importancia de la comunicación, para todos nosotros, y desde todos nosotros, de la colecta solidaria nacional, la de Caritas, que este año 2012 se realizará el sábado 9 y el domingo 10 de junio bajo el lema: Pobreza Cero. Vida digna para todos. Ayudaremos todos con nuestra contribución, seguramente lo habíamos previsto; ayudemos todavía más con su comunicación y difusión, en aras de condiciones de vida acordes a la dignidad que tenemos las mujeres y los hombres como imagen de Dios.
Un mayor fortalecimiento del apostolado, hacia eso vamos. Esta Jornada nació a raíz del Decreto “Inter Mirifica” del Concilio Ecuménico Vaticano II, promulgado el 4 de diciembre de 1963 por el Santo Padre Pablo VI, que estableció, en el n. 18: “Para mayor fortalecimiento del apostolado multiforme de la Iglesia sobre los medios de comunicación social, debe celebrarse cada año en todas las diócesis del orbe. .
En vistas de este mayor fortalecimiento que nos pidió el Concilio, sepamos valorar, calibrar, diría, este signo de los tiempos: el surgimiento de la sociedad de la información es una verdadera revolución cultural, que transforma a los medios en «el primer Areópago de nuestra época» . Sepamos integrarlos a la misión evangelizadora, a la integración y no a levantar muros de división, odio o materialismo; sepamos, en la humildad y pobreza de nuestros medios de comunicación terrenos, hacer vehiculizar la mayor riqueza: la Palabra y el Amor que mueven al universo.
Con la ayuda de María la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, en la solemnidad de la Ascensión de Jesucristo a los cielos

19 de mayo de 2012

Camino a Pentecostés
Coronación de la imagen de la Mater ter admirabilis en Belén de Escobar y Confirmaciones en Pilar, en camino a Pentecostés
El mismo sábado por la tarde, ya en la solemnidad de la Ascensión, el Obispo Mons. Oscar confirma a jóvenes alumnos del colegio “Los Robles” (de la jurisdicción parroquial de Nuestra Señora de la Paz y San Francisco de Asís”) en el Campus de la Universidad del Salvador. El día domingo, 20 de mayo, Mons. Oscar celebra confirmaciones en la parroquia de Nuestra Señora de las Gracias, del barrio “Peruzzotti” de Pilar.
En próximo domingo 27 de mayo la Iglesia Universal celebra la hermosa Fiesta de Pentecostés, transformándose este domingo en uno de los más importantes del año, después de Pascua de Resurrección.
Pentecostés recuerda y actualiza la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y discípulos, que se habían reunido con María la Madre de Jesús desde el día de la Ascensión (cf. Hch 1,12-14). En ese día “todos fueron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse… y cada uno los oía hablar en su propia lengua” (Hch 2,4-6).
La misión de la Iglesia es posible gracias a Pentecostés. En efecto, “para el empeño de esta misión, Cristo Señor prometió a sus Apóstoles el Espíritu Santo, a quien envió de hecho el día de Pentecostés desde el cielo para que, confortados por su virtud, fuesen sus testigos hasta los confines de la tierra ante las gentes, pueblos y reyes” (LG 24).
El momento de Pentecostés es el punto de partida para la misión de la Iglesia, porque es desde este momento que los Apóstoles y toda la comunidad eclesial comienzan a dar testimonio de Cristo, apoyados en la fuerza que reciben del Espíritu Santo. Es él quien continuará suscitando misioneros, esos misioneros que necesitamos hoy más que nunca en nuestra Iglesia, en nuestra sociedad, en nuestro mundo, para llegar al corazón de hombres, mujeres, jóvenes y niños para sembrar nuevamente la semilla del Evangelio, para que juntos construyamos una civilización más humana, más fraterna, más solidaria con la inmensa mayoría de hermanos nuestros que hoy carecen de amor y pan.
Ascensión del Señor: Jornada de las Comunicaciones Sociales, Transmisión del contenido de la fe a los niños de catequesis, Coronación de la imagen de la Mater ter admirabilis en Belén de Escobar y Confirmaciones en Pilar, en camino a Pentecostés
Ascensión del Señor. Como uno de los ecos de la Jornada de las Comunicaciones Sociales en la diócesis, nuestro Obispo nos ha invitado a reflexionar en los ámbitos de catequesis, y en especial con niños de catequesis de iniciación y con jóvenes, sobre el tema central del mensaje del Santo Padre “Silencio y palabra: camino a la evangelización”. El sábado 19, luego de recibir al equipo de jóvenes del movimiento “Santa María de la Estrella” en Campana, donde solicita transmitan dicho lema elegido por Benedicto XVI a través de las redes sociales, nuestro Obispo celebra la misa a las 12 en el Santuario de la Mater ter admirabilis, del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, en Belén de Escobar, oportunidad en que se realiza la coronación de la sagrada imagen. El mismo sábado por la tarde, ya en la solemnidad de la Ascensión, el Obispo Mons. Oscar confirma a jóvenes alumnos del colegio “Los Robles” (de la jurisdicción parroquial de Nuestra Señora de la Paz y San Francisco de Asís”) en el Campus de la Universidad del Salvador. El día domingo, 20 de mayo, Mons. Oscar celebra confirmaciones en la parroquia de Nuestra Señora de las Gracias, del barrio “Peruzzotti” de Pilar.
20 de mayo: Celebración de la 46° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se celebra universalmente todos los años el domingo de la Solemnidad de la Ascensión del Señor.
El Decreto “Inter Mirifica” del Concilio Ecuménico Vaticano II, promulgado el 4 de diciembre de 1963 por el Santo Padre Pablo VI, estableció, en el n. 18: “Para mayor fortalecimiento del apostolado multiforme de la Iglesia sobre los medios de comunicación social, debe celebrarse cada año en todas las diócesis del orbe, a juicio de los obispos, una jornada en la que se ilustre a los fieles sobre sus deberes en esta materia, se les invite a orar por esta causa y a aportar una limosna para este fin, que será empleada íntegramente para sostener y fomentar, según las necesidades del orbe católico, las instituciones e iniciativas promovidas por la Iglesia en este campo”.
La Primera Jornada Mundial se celebró el domingo 7 de mayo de 1967. En esa oportunidad el Papa Pablo VI señalaba, en su primer mensaje: “Con esta iniciativa, propuesta por el Concilio Ecuménico Vaticano II, la Iglesia, que “se siente íntimamente solidaria con el género humano y con su historia” (Constitución Pastoral sobre La Iglesia en el Mundo contemporáneo, proemio), desea llamar la atención de sus hijos y de todos los hombres de buena voluntad sobre el vasto y complejo fenómeno de los modernos instrumentos de comunicación social, tales como la prensa, el cine, la radio y la televisión, que constituyen una de las notas más características de la civilización de hoy”.
En 1992, durante la XXVI Jornada, el Papa Juan Pablo II recordó esta motivación que dio origen a su realización:
“¿Qué se celebra en esta Jornada?
Es un medio de agradecer un regalo específico de Dios, un regalo que tiene un gran significado en el período de la historia humana en el que estamos viviendo: el regalo de todos los recursos técnicos que facilitan, intensifican y enriquecen la comunicación entre los hombres”.
“En esta Jornada celebramos los dones divinos de la palabra, el oído y la vista que nos permiten salir de nuestro aislamiento y de nuestra soledad para intercambiar, con los que están a nuestro alrededor, las opiniones y sentimientos que albergan nuestros corazones. Celebramos los dones de la escritura y la lectura, por medio de los cuales nos enriquecemos con la sabiduría de nuestros antepasados y transmitimos nuestra propia experiencia y nuestras reflexiones a las generaciones venideras. A estos dones tan valiosos se añaden otras «maravillas» aún más admirables: «los maravillosos inventos de la técnica que… ha extraído el ingenio humano, con la ayuda de Dios, de las cosas creadas» (Inter Mirifica, 1), inventos que en nuestro tiempo han aumentado y extendido inmensamente el alcance de nuestras comunicaciones y ha ampliado tanto el volumen de nuestra voz que ésta puede llegar simultáneamente a los oídos de incalculables multitudes”.
Reflexionemos sobre el equilibrio entre “Silencio y Palabra” como momentos de la comunicación
En el marco de la celebración de la Jornada Mundial de las Comunicaciones, ofrecemos un foro como instancia de discernimiento sobre la invitación que nos hace el Papa a meditar respecto de la forma de mantener un auténtico diálogo, por medio de la combinación adecuada entre silencio y palabra.
Sería más que importante que en los ámbitos de la catequesis, así como en la pastoral juvenil, se contemplen foros que inviten a reflexionar sobre el tema central del mensaje del Santo Padre “Silencio y palabra: camino a la evangelización”. El objetivo es generar y enriquecer el debate sobre el papel de las comunicaciones para conseguir acercarse más profundamente a las personas.
Recogiendo la invitación que nos hace Benedicto XVI, puede haber cuatro temáticas:
– Palabra y silencio en la comunicación: ¿Ayudamos en nuestra sociedad, y también en la propia Iglesia, a vivir una cultura del diálogo auténtico desde una escucha genuina donde el silencio tiene un lugar fundamental?
– Discernir lo importante en la supercarretera de la información: ¿De que manera(s) podemos aprovechar redes sociales y otras posibilidades tecnológicas para estimular este discernimiento?
– Las preguntas fundamentales y la sed de sentido: ¿Ofrecemos espacio, tiempo, posibilidades, en nuestra comunicación cotidiana y en nuestra presencia en redes sociales, para que se formulen estas preguntas últimas y se dialogue sobre ellas?
– Valores que animan nuestra esperanza: ¿Nuestra comunicación descansa en el respeto de la dignidad de las personas, en la construcción de la justicia y la paz? ¿Nuestra comunicación desborda alegría y esperanza?
Camino a Pentecostés
En próximo domingo 27 de mayo la Iglesia Universal celebra la hermosa Fiesta de Pentecostés, transformándose este domingo en uno de los más importantes del año, después de Pascua de Resurrección.
Pentecostés recuerda y actualiza la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y discípulos, que se habían reunido con María la Madre de Jesús desde el día de la Ascensión (cf. Hch 1,12-14). En ese día “todos fueron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse… y cada uno los oía hablar en su propia lengua” (Hch 2,4-6).
La misión de la Iglesia es posible gracias a Pentecostés. En efecto, “para el empeño de esta misión, Cristo Señor prometió a sus Apóstoles el Espíritu Santo, a quien envió de hecho el día de Pentecostés desde el cielo para que, confortados por su virtud, fuesen sus testigos hasta los confines de la tierra ante las gentes, pueblos y reyes” (LG 24).
El momento de Pentecostés es el punto de partida para la misión de la Iglesia, porque es desde este momento que los Apóstoles y toda la comunidad eclesial comienzan a dar testimonio de Cristo, apoyados en la fuerza que reciben del Espíritu Santo. Es él quien continuará suscitando misioneros, esos misioneros que necesitamos hoy más que nunca en nuestra Iglesia, en nuestra sociedad, en nuestro mundo, para llegar al corazón de hombres, mujeres, jóvenes y niños para sembrar nuevamente la semilla del Evangelio, para que juntos construyamos una civilización más humana, más fraterna, más solidaria con la inmensa mayoría de hermanos nuestros que hoy carecen de amor y pan.
Queridos hermanos y hermanas:
El tema de la trigésima cuarta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Anunciar a Cristo en los Medios de Comunicación Social al alba del Tercer Milenio, nos invita a mirar hacia delante considerando los desafíos que nos esperan, y también a mirar hacia el pasado recordando el nacimiento del cristianismo para tomar de esos orígenes la luz y el valor que necesitamos. El centro del mensaje que proclamamos es siempre Jesús mismo. «Ante Él se sitúa la historia humana entera: nuestro hoy y el futuro del mundo son iluminados por su presencia» (Incarnationis Mysterium, 1).
Los capítulos iniciales de los Hechos de los Apóstoles contienen un conmovedor relato de la proclamación de Cristo por sus primeros seguidores, proclamación que fue a la vez espontánea, llena de fe y convincente, realizada con el poder del Espíritu Santo.
Lo primero y más importante es que los discípulos anunciaron a Cristo como respuesta al mandato que él les había dado. Antes de ascender al Cielo dijo a los Apóstoles: «Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8). Y a pesar de que eran hombres «sin instrucción ni cultura» (Hch 4,13), respondieron rápida y generosamente.
Habiéndose dedicado a la oración con María junto con los demás seguidores del Señor, y actuando movidos por el Espíritu Santo, los Apóstoles iniciaron su proclamación en Pentecostés (cf. Hch 2). La lectura de aquellos maravillosos eventos nos recuerda que la historia de la comunicación es como un proceso que va desde el orgulloso proyecto de Babel con su carga de confusión e incomprensión mutua (cf. Gn 11,1-9), hasta Pentecostés y el don de lenguas: la comunicación es restaurada con su centro en Jesús, por medio de la acción del Espíritu Santo. Anunciar a Cristo, pues, conduce al encuentro entre las personas en la fe y la caridad al más profundo nivel humano. El mismo Señor resucitado se convierte en vínculo de una genuina comunicación entre sus hermanos y hermanas en el Espíritu.
Pentecostés es sólo el principio. Los Apóstoles no se arredran en la proclamación del Señor ni siquiera cuando son amenazados con represalias: «No podemos callar lo que hemos visto y oído», dicen Pedro y Juan al Sanedrín (Hch 4,20). Incluso los sufrimientos se convierten en instrumentos de la misión. Cuando se desata una violenta persecución en Jerusalén después del martirio de Esteban, forzando a los seguidores de Cristo a huir, «los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra» (Hch 8,4).
El núcleo vivo del mensaje que los Apóstoles predican es Jesús crucificado y resucitado, que vive triunfante sobre el pecado y la muerte. Pedro dice al centurión Cornelio y su familia: «Ellos lo mataron, colgándolo de un madero; a él, Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse… Y nos mandó que predicáramos al pueblo y que diésemos testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos. De éste todos los profetas dan testimonio de que todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados» (Hch 10, 39-43).
Es obvio que las circunstancias han cambiado profundamente en dos milenios. Y sin embargo permanece inalterable la necesidad de anunciar a Cristo. El deber de dar testimonio de la muerte y la resurrección de Jesús y de su presencia salvífica en nuestras vidas, es tan real y apremiante como el de los primeros discípulos. Hemos de comunicar la buena noticia a todos aquéllos que quieran escuchar.
Es indispensable la proclamación personal y directa, en la que una persona comparte con otra su fe en el Resucitado. Igualmente lo son otras formas tradicionales de sembrar la Palabra de Dios. No obstante, al mismo tiempo debe realizarse hoy una proclamación en y a través de los medios de comunicación social. «La Iglesia se sentiría culpable ante el Señor si no utilizara estos poderosos medios» (Papa Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 45).
No se exagera al insistir en el impacto de los medios sobre el mundo actual. El surgimiento de la sociedad de la información es una verdadera revolución cultural, que transforma a los medios en «el primer Areópago de nuestra época» (Redemptoris Missio, 37), en la cual se intercambian constantemente ideas y valores. A través de los medios la gente entra en contacto con personas y acontecimientos, y se forma sus opiniones sobre el mundo en el que vive. Incluso ahí se configura su modo de entender el sentido de la vida. Para muchos su propia experiencia vital es en gran medida una prolongación de la experiencia de los medios de comunicación (cf. Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Aetatis Novae, 2). El anuncio de Cristo debe formar parte de esta experiencia.
Naturalmente, al anunciar al Señor, la Iglesia debe usar con vigor y habilidad sus propios medios de comunicación (libros, periódicos, revistas, radio, televisión y otros). Los comunicadores católicos deben ser intrépidos y creativos para desarrollar nuevos medios y métodos en la proclamación. Pero, en lo posible, la Iglesia debe aprovechar al máximo las oportunidades de estar presente tambien en los medios seculares.
Los medios están contribuyendo ya de muchas formas al enriquecimiento espiritual, por ejemplo en los numerosos programas especiales que se transmiten a nivel mundial por medio de satélites durante este año del Gran Jubileo. En otros casos, sin embargo, expresan la indiferencia y hasta la hostilidad que existe en ciertos sectores de la cultura secular hacia Cristo y su mensaje. Es necesario un cierto tipo de «examen de conciencia» por parte de los medios, que conduzca a una mayor conciencia crítica sobre esa tendencia a un escaso respeto por la religiosidad y las convicciones morales de la gente.
Una forma implícita de proclamación del Señor puede hacerse a través de producciones mediáticas que respondan a las auténticas necesidades humanas, especialmente aquéllas de los débiles, los necesitados y los marginados. Pero además de la proclamación implícita, los comunicadores cristianos deben buscar modos de hablar explícitamente de Jesús muerto y resucitado y de su triunfo sobre el pecado y la muerte, en formas adecuadas a los medios que se usen y a la capacidad del público.
Realizar esto con acierto requiere capacidad y entrenamiento profesional. Pero también requiere algo más. Para testimoniar a Cristo es necesario encontrarse personalmente con él y cultivar esa relación a través de la oración, la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación, leyendo y meditando la Palabra de Dios, estudiando la doctrina cristiana y sirviendo a los demás. Si todo ello es auténtico, será mucho más por obra del Espíritu que nuestra.
Proclamar a Cristo no es sólo un deber sino un privilegio. «El paso de los creyentes hacia el tercer milenio no se resiente absolutamente del cansancio que el peso de dos mil años de historia podría llevar consigo; los cristianos se sienten más bien alentados al ser conscientes de llevar al mundo la luz verdadera, Cristo Señor. La Iglesia, al anunciar a Jesús de Nazaret, verdadero Dios y Hombre perfecto, abre a cada ser humano la perspectiva de ser «divinizado» y, por tanto, de hacerse así más hombre.» (Incarnationis Mysterium, 2).
El Gran Jubileo del aniversario número 2000 del nacimiento de Jesús en Belén, debe ser una oportunidad y un desafío para que los discípulos del Señor demos testimonio en y a través de los medios, de la extraordinaria y consoladora Buena Noticia de nuestra salvación. Que en este «Año de Gracia» los medios den voz a Jesús mismo, con claridad y alegría, con fe, esperanza y amor. Proclamar a Cristo en los medios al alba del nuevo milenio no es sólo parte sustancial de la misión evangelizadora; constituye también un enriquecimiento vital, inspirador y lleno de esperanza para el propio mensaje de los medios.
Que Dios bendiga abundantemente a todos aquéllos que honran y proclaman a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, en el vasto mundo de los medios de comunicación social.

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