POPE GODOY, popegodoy@telefonica.net
JAEN.
ECLESALIA, 27/06/14.- Conviene tener muy claro que Jesús de Nazaret no pudo decir estas palabras. En efecto, Jesús no hablaba griego (quizás lo chapurreaba un poco). Jesús hablaba arameo y a Simón, el hermano de Andrés, lo llamó en arameo “Kephas”. Así lo nombra Pablo hasta ocho veces en sus cartas, escritas todas antes que los evangelios (1Cor 1,12; 3,22; 9,5; 15,5; Gál 1,18; 2,9.11.14). Sólo en dos ocasiones lo llama Pedro (Gál 2,7.8). Las traducciones prescinden de este detalle y lo traducen como Pedro. También tenemos el evangelio de Juan donde Jesús dice a Simón: “A ti te llamarán Kephas” (Jn 1,42).
Mateo hace un sugerente juego de palabras entre dos nombres comunes: “petros” (piedra) y “petra” (roca). Petros solo se usa como nombre propio en el NT. Se habla de “Simón Pedro” (29 veces) o simplemente de “Pedro” (123 veces). En el AT (versión de los LXX) petros tiene el significado de piedra común, por ejemplo para ataque o defensa (1Mac 1,16; 4,41). El NT prefiere evitar confusiones y designa siempre la piedra con el sustantivo lithos de donde provienen diversas palabras españolas: litiasis, litificar, litografía, coprolito, fotolito, monolito…
En cambio no hay confusión con la palabra petra que en la versión de los LXX significa siempre roca. “Tú eres mi roca” (2Sam 2,2). Lo mismo ocurre en el NT donde siempre significa roca. “porque bebían de la roca [petra] profética que los acompañaba, roca [petra] que representaba al Mesías” (1Cor 10,4).
Ahora podemos conocer en su justo significado el famoso texto de Mateo. En griego está muy claro el juego de palabras: petros (piedra) y petra (roca). Mateo hace una sugerente comparación-oposición entre la fragilidad y la pequeñez de la piedra frente a la seguridad y la robustez de la roca. La persona de Pedro en su fragilidad, en su tozudez (hay pasajes donde “Pedro” equivale a “cabeza dura, adoquín”) y hasta en su cobardía es al mismo tiempo símbolo de fortaleza y de seguridad por la confesión de fe que ha hecho hacia la persona de Jesús.
En la traducción latina de la Vulgata se produce ya el primer distanciamiento (tu es Petrus et super hanc petram…). Efectivamente, Petrus deja ya de significar “piedra” y solo es nombre propio. Pero, eso sí, petra sigue siendo “roca”.
La traducción española tradicional que se empeñan en hacer oficial solo se parece al texto original en la onomatopeya. En efecto, Pedro es solo nombre propio, como en latín. Pero es que además ¡”piedra” no es “roca”! Por mantener la onomatopeya del texto original hemos perdido la comprensión y el significado de las palabras que dice Jesús a Pedro y a toda la comunidad cristiana.
Por eso Juan Mateos tuvo la valentía de romper el juego de palabras de la traducción rutinaria para buscar la fidelidad al texto original: “Tú eres Piedra, y sobre esa roca voy a edificar mi comunidad”. (Nuevo Testamento. Edic. El Almendro). La roca no es la persona de Pedro, sino la fe de Pedro. Sobre esa roca-fe de Pedro piensa Jesús edificar su comunidad.
Pedro aparece como el primero que formula su fe personal en Jesús. Y el evangelio hace una invitación para que cada persona, cada creyente, se formule a sí mismo cuál es su fe en Jesús. En consecuencia, esa misma fe que afloró en la primera comunidad cristiana es la que se repite y se continúa a lo largo de siglos. Con su fortaleza y, al mismo tiempo, con su fragilidad. Sin dogmatismos ni infalibilidades. Con la modestia ilusionada de cuantas personas se sienten concernidas, interpeladas y animadas por la forma en que Jesús vivió y por todos los estímulos que nos dio para caminar en la dirección de la nueva humanidad.
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