José María Zavala: mi padre ofreció su vida por Juan Pablo II el mismo día del atentado
Te presentamos el precioso testimonio de José María Zavala, director del documental Wojtyla, la investigación’ que fue estrenado en formato online el pasado 8 de mayo.
Este documental del escritor y también guionista nos cuenta aspectos fundamentales y a la vez desconocidos de la carismática figura de este santo que en este mes de mayo que se celebra el centenario de su nacimiento.
En esta ocasión José María Zavala nos regala su precioso testimonio de cómo este santo que marcó la vida de muchas personas también lo hizo en la de su padre y en consecuencia en la suya.
Su padre estuvo muy vinculado a San Juan Pablo II y hoy en Mater Mundi nos cuenta esta bonita historia en primera persona de su puño y letra.
Testimonio de José María Zabala
Mi padre era un hombre valeroso y recio como pocos. Pero sobre todo, un cristiano, marido y padre ejemplar, que no dejó de confiar jamás en Dios.
Ya sé que es fácil para un hijo piropear así a su padre, pero debo añadir, en honor a la verdad, que mereció siempre por su comportamiento encendidos elogios de mucha gente.
A su muerte, acaecida el 7 de agosto de 1981, su esposa e hijos recibimos más de un centenar de cartas de todos los rincones de España de personas a las que mi padre había ayudado a lo largo de su vida, incluidas varias comunidades de religiosas contemplativas.
Fue un descubrimiento que nos llenó a todos de inmenso orgullo y admiración. Para asistir a su entierro, en Alicante, se fletaron varios autobuses desde Madrid.
De regreso en Madrid, tras asistir emocionada a la caída de la última paletada de tierra sobre su ataúd, mi madre abrió el secreter que él guardaba bajo llave en el salón de casa.
Junto a instrucciones burocráticas, como el estado de las cuentas bancarias o la póliza del seguro, encontramos su propia esquela, cuyo epitafio él mismo había escrito de su puño y letra.
Decía literalmente así:
“Hizo siempre la voluntad de Dios, o mejor dicho: luchó siempre por hacer la voluntad de Dios. Pocas lágrimas y mucha oración, que falta le hace”.
La víspera del funeral, celebrado en la Basílica Pontificia de San Miguel, su director espiritual nos reveló que él había ofrecido su vida por Juan Pablo II el mismo día del atentado perpetrado por el turco Alí Agca en la plaza de San Pedro de Roma, el 13 de mayo de ese mismo año.
Juan Pablo II tuvo noticia de su particular oblación, como la de otras personas que se ofrecieron también como almas víctimas para que el Papa polaco protagonizara un pontificado largo y fructífero, como así fue.
A mi padre le operaron, de hecho, el mismo día que al Vicario de Cristo en la tierra, el 5 de agosto, festividad de la Virgen de las Nieves. Entró en el quirófano aquella tarde para que el Gran Cirujano pudiese restañar las profundas heridas en el alma de su hijo descarriado el mismo día, pero veintiocho años después.