En la mirada de un mendigo Natalia comenzó su camino de conversión
Natalia Fleta es una madre de familia que se educó en un colegio católico y vivió la fe en casa de una manera normal pero como parte de la tradición familiar.
La conversión de Natalia tuvo lugar poco después de que tuviera a su cuarta hija. «No me siento digna para nada de un regalo tan grande, y no paro de dar gracias a Dios», explica Natalia.
Cuando terminó su carrera profesional en la televisión tras tener a su cuarta hija, Natalia tuvo un fuerte deseo de hacer voluntariado, quería hacer voluntariado con los sin techo.
«Estando una mañana en el parque como todas las mañanas con mi hija, me puse a hablar con una amiga en el parque y ella me empieza a contar que está haciendo voluntariado con ellos, y todo cuadraba porque era en un horario que a mi me permitía poder irme de casa sin dejar desatendidos a mis hijos».
Ese fue el primer acercamiento hacia su conversión, «el amor se iba colando de una forma impresionante, me volvía llorando al volver a casa».
Ese fue para Natalia el primer aviso, después en febrero del 2009, se produjo un hecho en su vida que ella no reparó pero que siempre la acompañó en el resto de su proceso de conversión y crecimiento en la fe.
«Se que es porque siete años después la Virgen me lo mostró, yo iba andando por la calle, era época de Cuaresma de una mañana muy fría, había un mendigo en el suelo tirado, entonces le vi y le miré. Su mirada me conmovió, me iba yendo pero sentía esa mirada profunda, me quedé pegada en el volante sin saber qué hacer.
Arranqué el coche y me fui a la parroquia, en ese momento empecé a sentir una necesidad muy fuerte de Dios.
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