Te amo, oh María
Te amo, oh María;
te he buscado desde mi infancia,
porque me has seducido con tu gracia y tu hermosura.
Te amo, oh María, sobre la salud y la belleza;
y me he propuesto seas tú mi luz,
porque tu claridad es inextinguible.
He resuelto, oh María, vivir cerca de ti:
tú me haces participar de la plenitud de tu gracia;
en mis penas y quebrantos
tú serás mi fuente de consuelo y alegría.
En ti hallaré la paz y mí descanso.
pues tu palabra no tiene amargura,
y tu compañía es confortadora.
Por tu albura es en mí más verdad la luz
y me es más cercana la presencia de Dios.
Bienaventurados los que te aman, oh María,
porque en tus manos hallarán
las riquezas que no parecen.
Y, guiados por tus pasos, entrarán en posesión de Dios.
Por mediación tuya, y en tu escuela,
espero llegar a poseer la sabiduría.
Y, a pesar de mi pequeñez y mis debilidades,
llegaré, con tu ayuda, a obtener la gloria del cielo.
Pensar, oh María, en ti, amarte e imitarte
es fuente de paz y felicidad.
Quien se instala y vela en tu corazón
no tendrá nada que temer.
¡Qué gozo en todas mis sendas,
sabiendo que caminas tú a mi lado!
¡Gracias de todo corazón, Señora y Madre,
por tus enseñanzas, tu intercesión y tu presencia!
Me alegro y exulto de gozo contigo,
y contigo canto en honor del Altísimo.
Gloria el Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.