Sudán,1 cuyo nombre oficial es República de Sudán o República del Sudán, es un país de África, situado al noreste del continente y el mayor en superficie, siendo el Estado africano que comparte fronteras con un mayor número de países (nueve). Limita con Egipto al norte, el mar Rojo al noreste, Eritrea y Etiopía al este, Kenia y Uganda al sureste, la República Democrática del Congo y la República Centroafricana al sudoeste, Chad al oeste y con Libia al noroeste. Su capital es Jartum.
El conflicto de Darfur. El inicio del conflicto suele situarse en febrero de 2003.
A diferencia de lo que ocurrió en la Segunda Guerra Civil Sudanesa, no se trata de un conflicto entre musulmanes y no musulmanes dado que la mayoría de los habitantes de Darfur son musulmanes, si no que se trata de un conflicto racial entre árabes y negros.
No existe acuerdo en cuanto al número de muertes producidas por el conflicto. Generalmente se considera creíble la cifra de 400.000 víctimas dada por la organización no gubernamental Coalición para la Justicia Internacional, que ha sido también implícitamente dada por válida por la ONU. Se cree que más de dos millones de personas se han visto desplazadas de sus hogares a causa del conflicto.[3]
El conflicto ha sido descrito como un genocidio hacia los habitantes de raza negra por los medios de comunicación internacionales y por el gobierno de Estados Unidos, aunque no por la ONU.
El 31 de julio de 2007 la ONU decide el envío de 26.000 soldados a Darfur en una decisión calificada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, como «histórica». Sólo unos meses atrás, el 25 de abril, Mohamed y Amida, un matrimonio sudanés testigo del genocidio que se estaba viviendo en la región, habían aportado en una comparecencia en Madrid su testimonio de la masacre, apoyado por las imágenes obtenidas de forma clandestina -con la colaboración de un equipo de reporteros españoles- que mostraban la existencia de fosas comunes, así como testimonios de víctimas.
Desde Julio de 2011 Sudán del Sur será una república, y contará con al menos 10 de los estados del anterior estado sudanés, con lo que se llevará a cabo la separación de varias provincias del actual Sudán hacia esta nueva nación bajo la figura de referendos autónomos supervisados por la ONU.
La región meridional tiene una población de cerca de seis millones y es predominantemente rural, basada en una economía de subsistencia. Esta región ha sido afectada negativamente por la guerra que desde la independencia, salvo por un período de diez años, ha resultado en una negligencia seria, falta de desarrollo de infraestructuras, destrucciones y desplazamientos mayores. Más de dos millones han muerto y más de cuatro millones se han desplazado internamente o convertido en refugiados como resultado de la guerra civil y de impactos relacionados con la guerra. Aquí los sudaneses practican, principalmente, creencias tradicionales indígenas, aunque misioneros cristianos han convertido a bastante gente. El sur también contiene varios grupos tribales, y se hablan más lenguas que en el norte. Los dinka —cuya población es estimada en más de un millón— es la mayor de las tribus negro-africana de Sudán. Junto con los shilluk y los nuer, está entre las tribus nilóticas. Los azande, bor y jo luo son tribus «sudánicas» en el occidente, y los acholi y lotuhu viven en el extremo sur, extendiéndose dentro de Uganda.
Josefina Bakhita (en ital. Giuseppina Bakhita) (nació en Darfur, Sudán, 1869 – murió en Schio, Italia, 8 de febrero de 1947). Fue una religiosa canossiana sudanesa nacionalizada italiana.
El nombre «Bakhita» que significa en idioma africano, «afortunada» o «bienaventurada», le impusó su propia gente en la aldea que nació, su padre era el hermano del jefe de la tribu. A la edad de 9 años fue secuestrada por mercaderes de esclavos negros en el mercado de El Obeid en la ciudad de Jartum y en el transcurso de los próximos 8 años fue vendida y revendida por 5 veces.
Bakhita sufrio la brutalidad durante su cautiverio. En una ocasion, uno de los hijos de su amo la golpeó tan severamente que pasó un mes sin poder moverse de su cama de paja. Su memoria mas terrible fue de su cuarto amo, un oficial de la armada otomana que la marcó por escarificación y tatuajes. Este la vendió al cónsul de Italia en Sudán, don Calixto Legnani, que luego le dio la carta de libertad. En la casa del cónsul Legnani, Bakhita trabajaba como mujer libre, como ama de llaves.
Murió en el convento canossiano de Schio, en 1947, a la edad de 78 años y sus restos incorruptos fueron sepultados bajo el altar de la la iglesia de dicho convento. Fue beatificada en 1992 y canonizada en Roma, por el Papa Juan Pablo II, en octubre del 2000.
El ejemplo de su vida fue usado por el Papa Benedicto XVI en la encíclica Spe salvi para hablar de esperanza.