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¿SORDINA O FINURA DE OÍDO?

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¿SORDINA O FINURA DE OÍDO?

“No ya peor sordo que, aquel que no quiere oír”. Y también, en la vida de la fe, hay mucho sordo.

1.- A veces pensamos que Dios que es tan bueno que comprende y hasta asume nuestras debilidades. Por eso, su Palabra, cuando es excesivamente dura y nos pone las cartas sobre la mesa, solemos decir: eso es para otros. Automáticamente nos hacemos los sordos. Es algo que no va con nosotros.

Y es que, alcanzar la verdad en nuestra existencia, es una tarea ardua, difícil. Exige empeño, atención, perseverancia. Y, porque no decirlo, son tantos los inconvenientes, los “inhibidores” que nos impiden escuchar con nitidez a Dios que, en el campo de la fe, hay mucho sordo. Sobre todo, y lo más grave, la sordera espiritual que nos hace caer en el olvido sistemático de Dios. Yo diría que estamos padeciendo la “gripe E”. La gripe espiritual. Donde nos dejamos contagiar por lo malo. Y damos por bueno lo que es pernicioso para nuestra salud espiritual.

¿Qué hacer para luchar contra la “gripe E”?

a) Primero salir de nuestros egoísmos personales. El abrirnos, además de darnos horizontes, nos posibilita un enriquecimiento personal y comunitario. ¿Cómo me encuentro frente a Dios y frente a mis hermanos? ¿Qué actitud presento en palabras y obras?

b) Segundo: tenemos que despertar de nuevo, con ilusión y con entusiasmo, en la alegría de creer y de esperar en Jesús. No podemos dejar que, la mano providente del Señor, salga constantemente a nuestro encuentro. ¿Qué hacemos nosotros? ¿Nos ponemos en disposición de cambio? ¿Estamos dispuestos a ello? Para ello, antes que nada, pedir al Espíritu Santo que nos haga sentir con fuerza la presencia de Dios. Sólo un torrente de agua es capaz de deslizarse con fuerza por las laderas de un monte. Sólo un cristiano tocado por el Señor será capaz de dar testimonio en los precipicios a los que se asoma la humanidad.

c) Tercero: pidamos al Señor, que siempre que nos presentemos ante EL, lo hagamos con docilidad. Ni vemos todo lo que hay ni oímos todo lo que Él nos dice. La peor sordera que existe en el mundo cristiano es precisamente que nos cuesta escuchar mensajes cristianos. Preferimos mundanizar nuestra fe, a que nuestra fe cristianice todo lo que somos, tenemos y decimos. Nos podríamos preguntar, por ejemplo, si en nuestras redes sociales (las que están a nuestro alcance) si las ponemos a disposición de los mensajes cristiano o si, por el contrario, también les hemos puesto sordina para todo lo que suene a divino.

Que el Señor abra nuestros oídos. Que seamos capaces de percibir su presencia. Que su Palabra sea un río de agua viva. Que, en medio de tantas enfermedades y preocupaciones, la fe sea fuente de salud, de confianza y de esperanza.

Hay muchos intereses y muchos medios empeñados en producir sordera ante todo lo que suena a espiritual. Que seamos capaces de enfrentarnos a ello, limpiándonos una y otra vez el oído que da cobertura a nuestra fe.

Javier Leoz

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