SOÑEMOS COMO JOSÉ CON NAVIDAD
Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista
José, esposo de María y padre de Jesús:
Poco se habla de ti en los Evangelios.
Eres una figura gris, anónima, y de segundo plano.
Tu persona sólo sirve
como introducción a los evangelios
para que Jesús, tu hijo, forme parte
de la historia de la humanidad.
Y en particular de la historia de Israel.
Toda la historia de Jesús comenzó con su muerte y resurrección.
Desde ahí comenzó a preguntarse la comunidad cristiana
¿en qué momento se constituyó Dios o Jesús
como Hijo de Dios y Mesías?
Todos los relatos bíblicos sobre tu persona
son un engarce para entroncar a Jesús
a la historia de los hombres.
San Mateo organiza el relato de la infancia de Jesús
a partir de tu persona, José.
Los judíos que se habían convertido al cristianismo requerían
pruebas de la escritura y los profetas sobre Jesús
y para este fin eras imprescindible,
porque tu descendías de David.
Sólo tu como varón podías transmitir a Jesús ese origen.
En san Lucas María es el centro de la infancia,
en Mateo ese lugar lo ocupas tu.
Tu comienzas a vivir con María
en el momento en que descubres la gravidez de ella.
Aquí encontramos el mayor elogio de tu ser como un varón justo
(todo lo hiciste bajo la luz de Dios).
Justo también porque
además de salvar la reputación de tu novia María
aseguraste la identidad davídica de Jesús.
José:
Navidad es un tiempo oportuno
para rescatarte como padre y descubrir
lo que significas para la familia cristiana,
la sociedad y la navidad misma;
respetando siempre la forma discreta pero profunda
como los evangelios se refieren a ti.
José, padre de Jesús y esposo de María:
Tu eres figura del padre que puede ayudarnos
con tu testimonio y ejemplo.
Tu como padre y los padres a ejemplo de ti
pueden enseñarnos a comprender al Espíritu Santo
quien vino a tu esposa María y la cubrió con su sombra…
Después de María nadie mejor que tu para comprender a Jesús.
También el padre se encuentra revelado
para la familia y los creyentes en general
en tu persona.
El padre, en Navidad,
se personaliza en ti, José,
el Hijo en Jesús y el Espíritu Santo en María.
El problema tan difícil de afrontar
como el embarazo de María tu esposa,
lo resolviste siguiendo las enseñanzas de Dios
por medio del ángel:
La llevaste a tu casa.
La orientaste y acompañaste para cumplir deberes civiles
como los de subir para censarse a Jerusalén.
La supiste acompañar
estando presente en el parto de tu hijo en Belén.
Cuidaste y protegiste a tu esposa e hijo
de la presencia de Herodes
e hiciste que no fueran mayores las dificultades de Egipto
y el regreso escondido a Nazaret.
Pusiste límites y ejerciste autoridad
en la pérdida de tu hijo en el templo.
¿Por qué obraste así con nosotros?, le dijiste
Jesús reconocía tu autoridad y la de María
permaneciendo sumiso a vosotros.
Jesús aunque Hijo de Dios
aprendió a obedecer en el sufrimiento
Tu, José, sin ser padre biológico-genético de Jesús,
asumiste esa función,
poniéndole el nombre y haciéndolo artesano como tu;
es decir dándole una identidad social.
Sin duda alguna que tu espiritualidad judía
fue base para la espiritualidad de Jesús,
espiritualidad significada en el trato de Dios como Padre.
Una de las cosas más bellas en la experiencia de la fe
es encontrarse en los sueños con Dios.
Mateo le da un gran significado a los sueños.
Cuando pensaste dejar a María en secreto
por estar esperando un hijo antes de que vivierais juntos
un ángel del Señor te dijo en sueños:
“José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María….
Hoy los sueños ya no son fuente de expresión de Dios
o puentes para acceder a Él;
preferimos la planificación estratégica,
tampoco la “visión” que tiene que ver con los niños,
mucho menos éstos forman parte de la misión.
Tu corazón y sus delicados sentimientos
no podría creer que la mujer de tu amor
te hubiera sido infiel;
pero la razón se opone a lo que uno siente.
Tu problema no era soñar sino no poder dormir.
Sólo un ángel va a poder ayudarte a que te inclines por el corazón.
Siempre que Israel no sabe qué hacer
ni que caminos coger
aparece un ángel para indicarle el camino.
Hoy nos faltan enseñanzas que vengan de los sueños;
nos faltan sueños que nos recreen las imaginaciones.
En lugar de sueños preferimos horóscopos
que no cumplen lo prometido porque no traen fecha
y arruinan la razón con la ciencia ficción.
Estamos en Adviento,
o mejor, estamos en un tiempo para soñar
con la palabra de la Escritura
donde están dadas las promesas
y ratificado su cumplimento en el niño-Mesías.
Quisiéramos pedir al Niño de Belén
que restablezca los sueños en nuestra vida
para recrear y sanar la imaginación
y darle inspiración a los creyentes.
Es posible desde el sueño de la Navidad
leer y creer en los signos de los tiempos,
leer con el corazón
para sanar de tantos pronósticos negativos
y signos de muerte.
Nosotros como tu, José,
podemos creer el bello cuento
que los ángeles nos regalan en los sueños
para llevarnos a María a casa
y que nazca allí, como un sueño el Niño salvador
¡Que tu intercesión, glorioso padre de Jesús y esposo de María
venza en nosotros lo que el ángel del Señor venció en ti:
El conflicto entre la razón y el corazón
para ser “justos” como Tu!