Pocos días antes de que eligieran a Francisco
ESKOLUNBE MESPERUZA ROTGER, eskomespe@hotmail.com
BILBAO (VIZCAYA).
ECLESALIA, 06/05/13.- Y, puestos a soñar… sueño un papa que sueñe mundos nuevos, que al mirar sus zapatos bermellones se diga: “¡Dios mío! ¿Qué hemos hecho?”.
Un papa sonriente, sin la mirada adusta que todo recrimina; papa afable, capaz de comprender, y de ofrecer mensajes de esperanza sin imponer doctrina ni preceptos.
Un papa… a pie de calle, de los que se conocen de sobra lo que vale un kilo de patatas o un “pintxo-pote”, que es lo mismo, pues para el ser humano lo vital de la vida es el vivirla: sea en torno a un cocido o a un buen vino.
Un papa misionero: no por ir por el Mundo en plan proselitista, sino por ser capaz de vivir evangelio y proclamarlo a cada leve, sutil paso.
Un papa… bondadoso, no de tonto por bueno, sino bueno de veras, al estilo de Dios: bondad… ¡a manos llenas!
Un papa que no mire por encima del hombro a quien no es mandatario, dignatario, arzobispo, prelado o correligionario. Un papa… que estreche la mano de los laicos, sin importarle nada su adhesión política, su credo o raza, su condición sexual, su billetero, o si se ha divorciado porque perdió el amor por el camino.
Un papa… ¡sí! ¿por qué no decirlo? que mire a las mujeres a los ojos, frente a frente, sin miedo ni sospechas, como iguales que somos y, como tales, nos reciba y nos trate; que rompa, ¡al fin! con siglos de injusticia hacia nosotras, que diga: “¡hermanas!” y no: “subordinadas”.
Y, puestos a soñar… sueño un papa a tu estilo, Jesús de Nazaret: un papa amigo, papa que rompa moldes e incluso platos alguna que otra vez -como Tú junto al templo-; papa que aliente, que dé vida, ¡nunca que la constriña!
Un papa como Tú, Jesús, Maestro, que entienda que Señor no hay más que uno y, como tal, lo viva. Un papa, a fin de cuentas, que expanda la sonrisa del Buen Dios por todita la Tierra, que lleve en sus pupilas tu mirada que, cuando le miremos, podamos balbucir, bastante ilusionados y un mucho de extrañados: “este cónclave sí, ¡valió la pena!”. Y Allá Arriba, es decir, aquí, a mi lado, Dios pueda respirar más tranquilo y radiante porque uno de los suyos, de los que pisa tierra mas, mirando a lo Alto, se ha colado en pleno Vaticano, esta vez con la ayuda del Espíritu Santo. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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