Ha surgido un papiro, o algo parecido, en el que se escribe que un tal Jesús era casado. Más bien se conjetura, se sospecha, se supone, se adelanta que Jesús de Nazaret era casado. Si se dice que un tal Simeón, Leví, Neptalí, o José, etc., estaba casado se tiene como algo normal, pero si surge el nombre de Jesús es el acabose y el escándalo.
Se sacan las más inverosímiles consecuencias de este escrito, que se da por muy bueno y bien contrastado; y sobre todo, se empieza a hablar de que las mujeres deben poder ser sacerdotisas igual que los varones.
¡Está escrito, dicen! ¿No estábamos diciendo que los Evangelios no tenían valor alguno, porque eran escritos por fans de Jesús? ¿Ahora si? ¿Ahora vale este escrito, de dudosa procedencia, y de siglos después de Jesús?
Es por lo menos curiosa la cosa, cuando se trata de los escritos reconocidos por La Iglesia Antigua que se desechan olímpicamente por los modernos que somos tan inteligentes y sabidos. Se ponen en duda y se escriben innumerables libelos en contra de su autenticidad.
Sin embargo para este escrito es como si la misma mano de Dios lo hubiera escrito desde el Cielo, a los ojos de los que claman con satisfacción por haber encontrado este papiro.
Exigen rigor en las traducciones y en los originales contrastados, y este papiro entra como Pedro por su casa. Todos, unánimemente, les atribuyen una legitimidad y autenticidad, que un pequeño escrito anónimo y tardío no puede ofrecer de ninguna manera.
Ya quisieran para sí este entusiasmo, los escritos de los apóstoles. Pero el contraste y la verdad, no van con el sensacionalismo y la incredulidad. Todo libro que se ha escrito fabulando sobre el tema de Jesús, es apoteósicamente recibido, divulgado, comentado, etc., y esos libros se venden como churros. Naturalmente, con tal éxito, se escriben y se venden
Por mi parte, me da igual que se diga si Jesús estuvo casado con una o con mil. Eso está ya más que molido. Su figura, se yergue sobre toda estupidez y toda malquerencia. Es eterno, y siempre regirá a los hombres. Todos han de reconocer que su doctrina es la buena doctrina, que choca naturalmente con el mundo que es reino del diablo.
El amor y el buen hacer no se despega de su palabra y sus hechos. Lo demás es asunto de los “cotillas” que están deseando que algo surja, para desacreditar el Evangelio eterno, y así sacar a flote sus querencias, y sus más bajas pasiones.
Reconocen que su doctrina es buena para todos, pero se niegan a seguirle en su muerte y resurrección. Bueno, cada cual sigue su camino. Unos hacia la Esperanza en Cristo, y otros a la fosa. Después se verá todo este galimatías. Para mí esta suficientemente claro.