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Reflexión del evangelio para el XX Domingo del Tiempo ordinario

Domingo XX del Tiempo ordinario

Domingo XX del Tiempo ordinario

Reflexión del evangelio para el XX Domingo del Tiempo ordinario – Ciclo B

LA EUCARISTÍA FUNDAMENTO DE LA VIDA CRISTIANA

En el momento de comulgar, Cristo se hace presente en nosotros por la gracia del sacramento de la Eucaristía. Cuando comulgamos incorporamos a Cristo a nuestra vida concreta haciéndola más humana y más evangélica.

La comunión con Cristo se vive sobre todo en el momento de la comunión sacramental en la Eucaristía, pero también se puede vivir en otras experiencias de contacto vital con Jesús. Lo decisivo es tener hambre de Jesús. Buscar desde lo más profundo encontrarnos con él. Abrirnos a su verdad para que nos marque con su Espíritu y potencie lo mejor que hay en nosotros.

Dejarle que ilumine y transforme las zonas de nuestra vida que están todavía sin evangelizar. Alimentarnos de Jesús es interiorizar sus actitudes más básicas y esenciales; encender en nosotros el instinto de vivir como él; despertar nuestra conciencia de discípulos y seguidores para hacer de Él el centro de nuestra vida.

La Eucaristía es acción de gracias a Dios por la vida y por la salvación que nos ofrece en su Hijo Jesucristo. La vida cotidiana de un cristiano ha de estar marcada por la acción de gracias.

La Eucaristía es comunión con Cristo resucitado. Jesús no es una figura del pasado, alguien cada vez más lejano en el tiempo, sino el Señor de todos los tiempos que permanece vivo entre los suyos. La eucaristía nos enseña a vivir en comunión con un Cristo actual, acogiendo realmente hoy su Espíritu y fuerza renovadora.

La Eucaristía es también escucha de las palabras de Jesús que son «espíritu y vida». En la eucaristía nos reunimos para escuchar la palabra viva de Jesús que ilumina nuestra experiencia humana de hoy.

La Eucaristía es un acto comunitario por excelencia. Todos los domingos, los cristianos dejamos nuestros hogares, nos reunimos en una iglesia y formamos comunidad visible de seguidores de Jesús.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

 1ª LECTURA

Lectura del libro de los Proverbios 9,1-6

La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas; ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad:

«Los inexpertos, que vengan aquí, voy a hablar a los faltos de juicio: venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia»

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

La Sabiduría, Dios, ofrece un banquete a los hombres y, quienes participen en él, van adquiriendo inteligencia, sensatez y sabiduría. Es un banquete que llena de gozo, de alegría y de vida.

SALMO

Sal 33, 2-3. 10-11. 12-13. 14-15
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

2ª LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5,15-20

Hermanos:
Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos. Sabed comprar la ocasión, porque vienen días malos.

Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje; sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor.

Celebrad constantemente la Acción de Gracias a Dios Padre, por todos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

El apóstol Pablo ofrece unas normas de conducta para una convivencia pacífica en la familia y en la comunidad cristiana: quien vive bajo la luz del Espíritu irradia a su alrededor la bondad, la alegría, la esperanza y la paz.

No es sabio ni sensato quien se «emborracha» con los bienes que la sociedad ofrece: alimentos, confort, placer de vida, etc. y le da la espalda Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 6,51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
– Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.

Disputaban entonces los judíos entre sí:
– ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:

– Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.

Palabra de Dios 

REFLEXIÓN SOBRE EL EVANGELIO

 

   Jesús, después de saciar el hambre de aquellas gentes con el pan que es alimento para el cuerpo, les habla de Él mismo que es el pan “que se entrega, por medio de su muerte, para darnos Vida». Comer ese pan es llenarse de la vida de Jesús, es compartir en una misma mesa la fraternidad, la amistad y la fiesta de nuestra liberación.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

 

LA FAMILIA PRIMERA COMUNIDAD CREYENTE

Creer es adoptar una forma de vivir, y como a vivir se aprende en los primeros años y en familia, es en la familia donde la persona vive la primera comunidad creyente. En ella se transmite a los hijos que Dios está con ellos, en su rincón secreto, en el trabajo y en el cansancio, en la alegría, en el dolor, en los éxitos y en los fracasos. Le contagia la capacidad de encontrarlo en soledad y

entre la multitud y le impulsa a comprometerse en facilitar la vida a los otros y en construir el Reino de Dios, ese estilo de vida en el que todos seamos felices.

Y esa comunidad familiar lo hará mejor si se une a otras familias, personas o grupos con los que formar una comunidad mayor para convertirse y compartir el camino que haga la marcha más llevadera. Así se comparte el proyecto de vida personal y el común y se transmiten fuerzas, corrigiéndose cuando sea necesario y estimulándose a dejarse animar por el Espíritu para el bien común.

En la familia es donde se adquiere el hábito de los pequeños gestos de amor y de ternura, los sacrificios que benefician al otro, las generosidades y el compartir. También en la vida familiar se aprende a cuidar, ya desde muy niño, a reír, a trabajar y a descansar. Tienen que saber los niños que Dios es el impulso que nos lanza hacia los demás y nos convierte en un permanente regalo.

La base de la familia es el amor: en ella se ama y se recibe amor, todos sus miembros se sienten válidos, se valora el trabajo que se hace, se aprende a ser autónomos.


Reflexión del evangelio para el XX Domingo del Tiempo ordinario – Ciclo A

LA LECCIÓN DE UNA EXTRANJERA

        El nuevo panorama de un mundo cada vez más plural nos va a dar muchas lecciones sobre lo que significa ser creyentes de verdad.

        En el evangelio de hoy, una mujer cananea de raza, de cultura y de religión se acerca a Jesús con una súplica típica de una persona creyente.

El diálogo que se desarrolla entre Jesús y ella es una auténtica catequesis sobre la fe y la oración. Esto es lo primero que llama la atención: la confianza con la que invoca al que reconoce como profeta o, mejor, como Hijo de David y Señor.

Esta mujer pagana es alabada por la grandeza de su fe que se manifiesta en su plegaria insistente: “Señor, Hijo de David, ten compasión de mí”.

En esta oración hay una confesión de fe al proclamar a Jesús como Señor y la plegaria de una persona que es consciente que no puede bastarse a sí mismo, que necesita de la ayuda del Señor.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías 56,1. 6-7 

Así dice el Señor: 
– Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y se va a revelar mi victoria. 

A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza: los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios, porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.          

Palabra de Dios.

                                   COMENTARIO A LA 1ª LECTURA        

El profeta Isaías habla en nombre de Dios para decir a su pueblo que su salvación es universal para todas las personas y para todos los pueblos y el templo es el lugar de encuentro con Dios y lugar de oración.

Dios no entiende de fronteras. El hombre y la mujer han sido creados por Dios y están llamados a la salvación, sean de la nación que sean y hablen la lengua que quieran.

Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8 

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. 

2ª LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,13-15. 29-32

Hermanos: 
A vosotros, gentiles, os digo: mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. 

Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? 

Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora, al desobedecer ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos que ahora no obedecen, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. 

Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. Principio del formulario

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

     El apóstol Pablo, como judío de “pura cepa”, se siente muy contrariado por la respuesta que el pueblo judío, como destinatario de la promesa de redención realizada por Dios, ha dado al mensaje redentor de Cristo-Jesús.

Si el pueblo judío no acepta a Jesús como Salvador, él se dedicará a proclamar el mensaje evangélico a los gentiles, a los paganos para que la misericordia de Dios se deje sentir a lo largo y a lo ancho de todo el mundo, porque la salvación es universal.                

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 15,21-28 

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón. 
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: 
– Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo. 

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: 
– Atiéndela, que viene detrás gritando. 

Él les contestó: 
– Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel. 

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: 
– Señor, socórreme. 

Él le contestó: 
– No está bien echar a los perros el pan de los hijos. 

Pero ella repuso: 
– Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos. 

Jesús le respondió: 
– Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas. 

En aquel momento quedó curada su hija.
-«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»

Palabra de Dios

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

    La acción de Dios siempre responde a quienes acuden a Él con sencillez, con humildad, con fe, reconociendo su personal pobreza y la seguridad en la fuerza misericordiosa de Dios, como lo hizo la mujer cananea que sintiéndose necesitada, y sabiendo que Jesús podía satisfacer su necesidad, se acerca a Él a pesar del desprecio aparente con que es tratada.

Por la fuerza de su ruego, la sinceridad de su plegaria, su humildad, la confianza y fe sincera en Cristo-Jesús, alcanza lo que pide: la salud para su hija.                                                              

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

¿PARA QUÉ PEDIR ALGO A DIOS?

Nos hemos acostumbrado a dirigir nuestras peticiones a Dios de manera tan superficial e interesada que probablemente hemos de aprender de nuevo el sentido y la grandeza de la oración cristiana.

Los que creemos en un Dios Padre misericordioso tenemos que reconocer que Él nos ama sin medida. Para muchos creyentes Dios sigue siendo un Ser superior demasiado irreal, un ser lejano que no se preocupa del mundo.

Por un lado, nosotros estamos sumergidos en “el laberinto de las cosas terrenas”, y, por otro, a Dios lo vislumbramos sumergido en su mundo eterno, sin embargo, el creyente debe estar convencido que orar a Dios es descubrir que está de nuestro lado contra el mal que nos amenaza, que nuestra súplica a Dios supone invocarlo como gracia, liberación y fuerza para vivir, aunque creamos que Él no actúa ni interviene en nuestra vida.

Es cierto que Dios ha creado el mundo y lo respeta tal como es, nos ha hecho libres y no anula nuestras decisiones.

La súplica, la oración es ya fecunda en sí misma porque nos abre a ese Dios que está trabajando nuestra salvación definitiva por encima de todo mal. Si oramos a Dios no es para que nos ame más y se preocupe con más atención de nosotros. Somos nosotros los que, al orar, descubrimos la vida desde el horizonte de su amor y nos abrimos a su voluntad salvadora.

La humilde mujer cananea arrodillada con fe a los pies de Jesús puede ser una llamada y una invitación a recuperar el sentido de la súplica confiada al Señor.


Reflexión del evangelio para el XX Domingo del Tiempo ordinario – Ciclo C

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías 38,4-6. 8-10 

En aquellos días, los príncipes dijeron al rey: 
– Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad, y a todo el pueblo, con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia. 

Respondió el rey Sedecías: 
– Ahí lo tenéis, en vuestro poder: el rey no puede nada contra vosotros. 
Ellos cogieron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Melquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo. 

Ebedmelek salió del palacio y habló al rey: 
– Mi rey y señor, esos hombres han tratado inicuamente al profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de hambre. (Porque no quedaba pan en la ciudad). 

Entonces el rey ordenó a Ebedmelek: 
– Toma tres hombres a tu mando, y sacad al profeta Jeremías del aljibe, antes de que muera. Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA          

No es fácil para el profeta Jeremías cumplir la misión que Dios le encomienda como profeta suyo, ya que proclama el sometimiento del pueblo como medio de salvación. Es acusado de traidor y encarcelado.

Los que son infieles a la alianza con Dios, quieren eliminar la voz del profeta hundiéndole en el fango, en el barro de un pozo, sin embargo, Dios vela por él y viene en su ayuda, puesto que nunca abandona a quienes confían en Él ni a quienes elije para que transmitan un mensaje suyo.

Sal 39, 2. 3. 4. 18 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
 

2ª LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12,1-4 

Hermanos: 
Una nube ingente de espectadores nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del Padre.

Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

Palabra de Dios.  

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

     El autor de la carta a los Hebreos ofrece una exhortación a la constancia y a la perseverancia en la fe a pesar de los obstáculos a los que haya que enfrentarse, siendo el pecado el fundamental obstáculo que no nos deja actuar según los criterios de Cristo Jesús. 

EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,49-53 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
– He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! 

¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. 

En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

Palabra del Señor.  

COMENTARIO AL EVANGELIO

    El evangelista Lucas nos presenta a Jesús diciéndole a sus discípulos las dificultades y problemas que van a tener todos los que quieran seguirle como pueden ser divisiones dentro de las familias y enfrentamientos a causa de la fe en Él, porque a la hora de tomar partido ante Jesús no cabe la neutralidad.    


Reflexión del evangelio para el XX Domingo del Tiempo ordinario – Ciclo A

LA LECCIÓN DE UNA EXTRANJERA

        El nuevo panorama de un mundo cada vez más plural nos va a dar muchas lecciones sobre lo que significa ser creyentes de verdad.

        En el evangelio de hoy, una mujer cananea de raza, de cultura y de religión se acerca a Jesús con una súplica típica de una persona creyente.

El diálogo que se desarrolla entre Jesús y ella es una auténtica catequesis sobre la fe y la oración. Esto es lo primero que llama la atención: la confianza con la que invoca al que reconoce como profeta o, mejor, como Hijo de David y Señor.

Esta mujer pagana es alabada por la grandeza de su fe que se manifiesta en su plegaria insistente: “Señor, Hijo de David, ten compasión de mí”.

En esta oración hay una confesión de fe al proclamar a Jesús como Señor y la plegaria de una persona que es consciente que no puede bastarse a sí mismo, que necesita de la ayuda del Señor.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías 56,1. 6-7 

Así dice el Señor: 
– Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y se va a revelar mi victoria. 

A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza: los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios, porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.          

Palabra de Dios.

                                   COMENTARIO A LA 1ª LECTURA        

El profeta Isaías habla en nombre de Dios para decir a su pueblo que su salvación es universal para todas las personas y para todos los pueblos y el templo es el lugar de encuentro con Dios y lugar de oración.

Dios no entiende de fronteras. El hombre y la mujer han sido creados por Dios y están llamados a la salvación, sean de la nación que sean y hablen la lengua que quieran.

Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8 

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. 

2ª LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,13-15. 29-32

Hermanos: 
A vosotros, gentiles, os digo: mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. 

Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? 

Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora, al desobedecer ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos que ahora no obedecen, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. 

Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. Principio del formulario

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

     El apóstol Pablo, como judío de “pura cepa”, se siente muy contrariado por la respuesta que el pueblo judío, como destinatario de la promesa de redención realizada por Dios, ha dado al mensaje redentor de Cristo-Jesús.

Si el pueblo judío no acepta a Jesús como Salvador, él se dedicará a proclamar el mensaje evangélico a los gentiles, a los paganos para que la misericordia de Dios se deje sentir a lo largo y a lo ancho de todo el mundo, porque la salvación es universal.                

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 15,21-28 

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón. 
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: 
– Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo. 

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: 
– Atiéndela, que viene detrás gritando. 

Él les contestó: 
– Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel. 

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: 
– Señor, socórreme. 

Él le contestó: 
– No está bien echar a los perros el pan de los hijos. 

Pero ella repuso: 
– Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos. 

Jesús le respondió: 
– Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas. 

En aquel momento quedó curada su hija.
-«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»

Palabra de Dios

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

    La acción de Dios siempre responde a quienes acuden a Él con sencillez, con humildad, con fe, reconociendo su personal pobreza y la seguridad en la fuerza misericordiosa de Dios, como lo hizo la mujer cananea que sintiéndose necesitada, y sabiendo que Jesús podía satisfacer su necesidad, se acerca a Él a pesar del desprecio aparente con que es tratada.

Por la fuerza de su ruego, la sinceridad de su plegaria, su humildad, la confianza y fe sincera en Cristo-Jesús, alcanza lo que pide: la salud para su hija.                                                              

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

¿PARA QUÉ PEDIR ALGO A DIOS?

Nos hemos acostumbrado a dirigir nuestras peticiones a Dios de manera tan superficial e interesada que probablemente hemos de aprender de nuevo el sentido y la grandeza de la oración cristiana.

Los que creemos en un Dios Padre misericordioso tenemos que reconocer que Él nos ama sin medida. Para muchos creyentes Dios sigue siendo un Ser superior demasiado irreal, un ser lejano que no se preocupa del mundo.

Por un lado, nosotros estamos sumergidos en “el laberinto de las cosas terrenas”, y, por otro, a Dios lo vislumbramos sumergido en su mundo eterno, sin embargo, el creyente debe estar convencido que orar a Dios es descubrir que está de nuestro lado contra el mal que nos amenaza, que nuestra súplica a Dios supone invocarlo como gracia, liberación y fuerza para vivir, aunque creamos que Él no actúa ni interviene en nuestra vida.

Es cierto que Dios ha creado el mundo y lo respeta tal como es, nos ha hecho libres y no anula nuestras decisiones.

La súplica, la oración es ya fecunda en sí misma porque nos abre a ese Dios que está trabajando nuestra salvación definitiva por encima de todo mal. Si oramos a Dios no es para que nos ame más y se preocupe con más atención de nosotros. Somos nosotros los que, al orar, descubrimos la vida desde el horizonte de su amor y nos abrimos a su voluntad salvadora.

La humilde mujer cananea arrodillada con fe a los pies de Jesús puede ser una llamada y una invitación a recuperar el sentido de la súplica confiada al Señor.


        

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