Si se quita la pobreza del Evangelio, no se puede entender el mensaje de Jesús
Francisco: «La Iglesia no es comunista cuando habla de los pobres»
«La pobreza cristiana no es una ideología; está en el centro del Evangelio»
Redacción, 16 de junio de 2015 a las 12:34
Este sacerdote habla demasiado de pobreza, este obispo habla de pobreza, este cristiano, esta monja hablan de pobreza … Son un poco comunistas, ¿no?
Si se quita la pobreza del Evangelio, no se puede entender el mensaje de Jesús. Lo afirmó el Papa Francisco en la Misa matutina en Casa Santa Marta, dedicada precisamente a la contraposición entre riqueza y pobreza. El Pontífice afirmó que es injusto llamar «comunistas» a los sacerdotes u obispos que hablan de los pobres.
San Pablo organiza la colecta en la Iglesia de Corinto para la Iglesia de Jerusalén, que vive momentos difíciles de pobreza. Francisco desarrolló su homilía sobre la «teología de la pobreza» partiendo de la Primera Lectura y en seguida observó que hoy como entonces, pobreza es «una palabra que causa embarazo».
Muchas veces, afirmó, se oye decir: «Este sacerdote habla demasiado de pobreza, este obispo habla de pobreza, este cristiano, esta monja hablan de pobreza … Son un poco comunistas, ¿no?» Y en cambio, advirtió, «la pobreza está justo en el centro del Evangelio. Si quitásemos la pobreza del Evangelio, no se entendería nada del mensaje de Jesús».
San Pablo, prosiguió, hablando a la Iglesia de Corinto, resalta cuál es su verdadera riqueza: «Sois ricos en todo, en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en todo celo y en la caridad que os hemos enseñado». Así, es la exhortación del Apóstol de los Gentiles, «como sois ricos, sed generosos también en esta obra generosa», en «esta colecta».
«Si tenéis tanta riqueza en el corazón, esta riqueza tan grande – el celo, la caridad, la Palabra de Dios, el conocimiento de Dios – haced que esta riqueza llegue a los bolsillos. Y esta es una regla de oro. Cuando la fe no llega a los bolsillos, no es una fe genuina. Es una regla de oro que Pablo aquí dice: ‘Sois ricos en muchas cosas, ahora, también, sed generosos en esta obra generosa'».
«Hay una contraposición entre riqueza y pobreza. La Iglesia de Jerusalén es pobre, está en dificultades económicas, pero es rica, porque tiene el tesoro del anuncio evangélico. Y esta Iglesia de Jerusalén, pobre, ha enriquecido a la Iglesia de Corinto con el anuncio evangélico; le dio la riqueza del Evangelio».
Vosotros, prosiguió, retomando a San Pablo, que «sois ricos económicamente y que sois ricos con muchas cosas, erais pobres sin el anuncio del Evangelio, pero habéis enriquecido a la Iglesia de Jerusalén, aumentando el pueblo de Dios».
«De la pobreza viene la riqueza – añadió Francesco – es un intercambio mutuo». Este es el fundamento de la «teología de la pobreza»: «Jesucristo de rico que era – por la riqueza de Dios – se hizo pobre», se abajó por nosotros. Y de aquí entonces el significado de la primera Bienaventuranza: «Beatos los pobres de espíritu». Es decir, «ser pobre es dejarse enriquecer por la pobreza de Cristo y no querer ser rico con otras riquezas que no sean las de Cristo».
«Cuando ayudamos a los pobres, no hacemos cristianamente obras de beneficencia. Esto es bueno, es humano – las obras de beneficencia son cosas buenas y humanas – pero esta no es la pobreza cristiana, que quiere Pablo, que predica Pablo. La pobreza cristiana es que yo doy de lo mío y no de lo superfluo, incluso de lo necesario, al pobre, porque sé que él me enriquece. ¿Y por qué me enriquece el pobre? Porque Jesús ha dicho que Él mismo está en el pobre».
Cuando me despojo de algo, subrayó, «pero no solo de lo superfluo, para dar a un pobre, a una comunidad pobre», esto «me enriquece». «Jesús actúa en mi cuando hago esto – dijo – y Jesús actúa en él para enriquecerme cuando hago esto».
«Esta es la teología de la pobreza; por esto está la pobreza en el centro del Evangelio; no es una ideología. Es precisamente este misterio, el misterio de Cristo que se abajó, se humilló, se empobreció para enriquecernos. Así se comprende por qué la primera de las Bienaventuranzas es Bienaventurados los pobres de espíritu».
«Ser pobre de espíritu es ir por este camino del Señor: la pobreza del Señor que, también, se abaja tanto que ahora se hace pan por nosotros, en este sacrificio. Continua abajándose en la historia de la Iglesia, en el memorial de su pasión, en el memorial de su humillación, en el memorial de su abajamiento, en el memorial de su pobreza, y con este pan Él nos enriquece».
(RD/RV)