CARMEN ILABACA-HORMAZÁBAL, ccbilabaca@hotmail.com
CHILE.
ECLESALIA, 19/03/13.- Padre bueno y misericordioso, soy una mujer de Latinoamérica, que arrodillada a tus pies, trata de tocar tu manto a través de la oración, ya no quiero que me llamen “impura…”
Señor, sé que cuentas con nosotras para hacer realidad el Reino de justicia, paz y amor de nuestro Padre y que el mundo de hoy necesita.
Jesús hermano, Y aquí estamos muchas de nosotras, haciendo mucho por los otros… pero estamos fuera de la estructura de la Iglesia, no solo queremos proclamar lecturas en la santa misa dominical, ni solo ser catequista, o pertenecer a tantas pastorales que cada iglesia local tiene, como: migrantes, pastoral juvenil, infancia misionera comunidades cristianas de base, pastoral carcelaria, equipos bíblicos, liturgia, en los hospitales, equipos de solidaridad, 1%, y tantos otros, y en todos ellas – la mujer – está presente, animándolo, fortaleciéndolo, dando esperanzas de una mejor y buena vida en Ti, Señor.
Somos mucho más que un número, somos pasión, convicción, y sobre todo amor a Ti.
Padre bueno, tenemos esperanzas de “Buenos Aires” en nuestra Iglesia, contagia a nuestro Papa Francisco, de la misma misericordia que tuviste al preguntarle a la mujer: ¿Por qué lloras?
Gracias por Francisco y gracias por ser yo mujer, en esta iglesia de hoy… al parecer podría ser sanada de mi “impureza” por tu vicario aquí en la Tierra.
Así sea… Amén.
De la misma autora en Eclesalia: «BAUTIZADA» (ECLESALIA, 29/07/10), del que se hizo eco Silvia María Flores en su artículo «SERVIDORA» (ECLESALIA, 06/09/10).