🙏 SAN JUAN PABLO II Concédenos, Señor, la sabiduría del corazón
«Concédenos, Señor, la sabiduría del corazón» (Salmo responsorial).
Hoy la plaza de San Pedro se asemeja a un gran Cenáculo, pues acoge a obispos de todas las partes del mundo, que han venido a Roma para celebrar su jubileo. La memoria del apóstol san Pedro, evocada por su tumba bajo el altar de la gran basílica vaticana, invita a volver espiritualmente a la primera sede del Colegio apostólico, el Cenáculo de Jerusalén, donde recientemente tuve la alegría de celebrar la Eucaristía, durante mi peregrinación a Tierra Santa.
Un puente ideal, que cruza siglos y continentes, une hoy el Cenáculo a esta plaza, en la que se han dado cita los que, en el Año santo 2000, son los sucesores de aquellos primeros Apóstoles de Cristo. A todos vosotros, amadísimos y venerados hermanos, os doy un abrazo cordial, que extiendo con el mismo afecto a cuantos no han podido venir, pero están unidos espiritualmente a nosotros desde sus sedes.
Juntos hagamos nuestra la invocación del Salmo: «Concédenos, Señor, la sabiduría del corazón». En esta sapientia cordis, que es don de Dios, podemos resumir el fruto de nuestra convocación jubilar. Consiste en la configuración interior con Cristo, Sabiduría del Padre, mediante la acción del Espíritu Santo. Para obtener este don, indispensable para el buen gobierno de la Iglesia, nosotros, los pastores, debemos ser los primeros en pasar a través de él, «puerta de las ovejas» (Jn 10, 7). Debemos imitarlo a él, «buen Pastor» (Jn 10, 11. 14), para que los fieles, escuchándonos a nosotros, lo escuchen a él y, siguiéndonos a nosotros, lo sigan a él, único Salvador, ayer, hoy y siempre.