SALMO RESPONSORIAL 32, 1-2. 4-5. 12-13
R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!
Aclamen, justos, al Señor;
es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
Porque la Palabra del Señor es recta
y Él obra siempre con lealtad;
Él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor. R.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que Él se eligió como herencia!
El Señor observa desde el cielo
y contempla a todos los hombres. R.
Reflexión del Salmo 32
Alabemos al Señor con un corazón libre de la esclavitud al pecado.
Dios es sincero y fiel. Él jamás podrá convertirse para nosotros en un espejismo engañoso. Él, por medio de Jesús, su Hijo, nos manifiesta sus obras mediante las cuales nos hace saber cuánto nos ama, a pesar de que muchas veces nosotros nos hemos alejado de Él.
Su obra principal es la de la Redención, pues con ella nos está indicando que jamás se ha olvidado de nosotros, y que nos contempla siempre con amor.
Dios quiere que nos sintamos felices y seguros en su presencia, pues Él nos ha escogido para que seamos suyos; Él velará por nosotros con la misma ternura con que un padre se inclina ante sus hijos y les da muestras de un amor sincero.
Por eso pidámosle que nos ayude a vivir también nosotros en un continuo amor, llenos de alegría, de paz y de fidelidad amorosa.
Alabemos al Señor con toda nuestra vida, convertida en una continua alabanza de su Santo Nombre.