SALIR DEL AISLAMIENTO
La soledad se ha convertido en una de las plagas más graves de nuestra sociedad. Los hombres construyen puentes y autopistas para comunicarse con más rapidez. Lanzan satélites para transmitir toda clase de ondas entre los continentes. Se desarrolla la telefonía móvil y la comunicación por Internet, pero muchas personas están cada vez más solas.
El contacto humano se ha enfriado en muchos ámbitos de nuestra sociedad. La gente no se siente apenas responsable de los demás.
Cada uno vive encerrado en su mundo. No es fácil el regalo de la verdadera amistad. Hay quienes han perdido la capacidad de llegar a un encuentro cálido, cordial, sincero.
No son ya capaces de acoger y amar sinceramente a nadie, y no se sienten comprendidos ni amados por nadie. Se relacionan cada día con mucha gente, pero en realidad no se encuentran con nadie. Viven con el corazón bloqueado, cerrado a Dios y cerrado a los demás.
Jesús, igual que le dijo al sordomudo “effetá”, ábrete, nos está pidiendo a nosotros que abramos nuestro corazón al amor verdadero y a la amistad, que abandonemos el egoísmo, la desconfianza y la insolidaridad que nos separa y aísla a unos de otros.
Abrirse al amor es el camino indispensable para escapar de la soledad. El que se abre al amor al Padre y a los hermanos no está sólo, vive de manera solidaria.