Rostro de la misericordia del Padre, que vino a acompañarnos en el camino de la vida…
«El hombre que se parece a ti»…
He llamado a tu puerta, he llamado a tu corazón en busca de una buena cama, en busca de un buen fuego, para calentarme. ¿Por qué me rechazas? …
Ábreme, hermano.
¿Por qué me preguntas si soy de África, si soy de América, si soy de Asia, si soy de Europa? Ábreme, hermano.
¿Por qué me preguntas por la longitud de mi nariz, por el tamaño de mi boca, el color de la piel y el nombre de mis dioses? Ábreme, hermano.
Yo no soy un negro, yo no soy una piel roja, yo no soy un oriental, yo no soy un blanco, yo sólo soy un hombre. Ábreme, hermano…
Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza. Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie. Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo y no depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción. Toca los corazones de los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita. Gracias porque estás con nosotros todos los días. Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.