REFLEXIÓN – Jesucristo es único
«De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.» Hecho 4:12 (NVI)
Único
Juampi estuvo preparando un trabajo práctico para el colegio de los eventos de la semana de Mayo de 1810, cuando el Virreinato del Río de la Plata decidió desprenderse de la tutela española para formar un gobierno patrio.
Fue interesante revisar de nuevo los eventos que iniciaron la independencia de nuestra nación. Y recordar a los héroes de aquella gesta única en la historia. Hombres comunes que hicieron cosas extraordinarias.
¿Qué motiva a un hombre que vive en un lejano virreinato sin recursos y olvidado del mundo a levantarse contra el imperio más poderoso del planeta con colonias en todo el mundo?
Visto a la distancia, se magnifica aún más la gesta de mayo, y es justo recordar con honores a aquellos que hicieron proezas para generar la revolución.
Mientras corregía el trabajo práctico de Juampi, me acordé de este texto. En la escuela les pidieron a todos que se pusieran la escarapela. Se recordó en todas las reuniones sociales la semana de mayo. Se escucharon comentarios favorables y honrosos de aquellos hombres de la primera junta.
Y está bien que sea así, ello se lo merecen porque hicieron algo especial. Pedro les está diciendo a sus contemporáneos algo que revolucionó la sociedad, la fe y la religión de la época, iniciando un cambio que aún hoy está vigente.
La más grande revolución de la eternidad se gestó en un oscuro país del Oriente, en una ciudad ocupada por el imperio más poderoso del planeta, y hubo alguien que se opuso con otras armas.
Lejos de revolucionar el mundo con la violencia, Jesucristo generó el cambio más glorioso y permanente utilizando el amor.
Y se ganó el reconocimiento absoluto y eterno por ser el único que puede salvar. Jesucristo fue, es y será siempre especial y diferente, por lo que era, por lo que hizo y por lo que será. En ningún otro nombre se puede obtener salvación. Solamente en el nombre de Jesús, el Señor.
Es el único Rey, que tiene una corona de oro y brillantes, que cubren las cicatrices dejadas por una corona de espinas. Que tiene brazaletes de platino y rubíes, que cubren las cicatrices dejadas por los clavos de la cruz.