¿Realmente confiamos en Dios?
“Aquel día se cantara este canto en el país de Juda: Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes”. Isaias 26:1
Las lecturas de hoy hablan de edificios y casas, de cimientos y paredes, de viviendas y ciudades y si acaso Dios vivirá o no en ellas o si se hundirán en el polvo y serán pisoteadas por el tiempo.
Es cierto, construimos nuestras casas, nuestras iglesias, y nuestros edificios como refugios, como lugares de protección ante al clima o cualquier cosa que nos amenace y sea mala e injusta. Pero una y otra vez en el salmo de hoy decimos: “Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres…”
¿En que confiamos?. En los billetes de dólares se lee “en Dios confiamos“, pero ¿Lo hacemos realmente? ¿En que gastamos la mayor parte de nuestro dinero? ¿En grandes edificios que no hacen nada para glorificar a Dios? ¿En nuestros castillos personales? O, peor aún, ¿En armas que destruyen?
El Adviento como tiempo de esperanza y preparación, es tiempo de volver el rostro al que viene hacia nosotros. Se trata de la venida de Dios a nuestro mundo en la carne. Al Adviento le preocupa re-ordenar las cosas más importantes del mundo, restaurar la esperanza y llenar los vacíos que hay entre las personas. Nos invita a lograr una vida caracterizada por la confianza la fidelidad, el conocimiento y el amor de Dios, la justicia y “el cumplimiento de la voluntad de nuestro Padre que está en el cielo”.
La parábola del Evangelio de Mateo, que habla sobre edificar en roca o en arena, comienza con estas palabras: “El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edifico su casa sobre roca“.
Del Salmo 117: Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Textos Bíblicos: Isaias 26:1-6; Mateo 7:21.24-27 Pg. 20