¿QUÉ DEBE HACER EL CREYENTE ANTE LAS DUDAS DE FE?
Algunos seguidores de Jesús se escandalizaron de las palabras que decía y encontraron sus enseñanzas duras y difíciles de aceptar y seguir. Al preguntar Jesús a sus discípulos si ellos también querían dejarlo y marcharse, el apóstol Pedro respondió en nombre de todos: Señor, ¿a quién vamos a ir?
Sólo tú tienes palabras de vida eterna. Jesús quiere que sus discípulos se sientan libres para tomar la decisión de seguirle o de marcharse, porque quiere que la respuesta que den sea una opción personal con el compromiso de que le sean fieles en el seguimiento.
Nosotros, sus seguidores, con más frecuencia de lo que creemos, estamos ante situaciones parecidas. Nuestra vida de fe padece crisis importantes, unas veces porque los acontecimientos de nuestra vida, llenos de dureza y oscuridad, nos provocan preguntas sin respuesta: ¿Dónde está Dios? ¿De verdad me ama, se interesa por mí, me quiere, me ayuda…?
Otras veces las palabras de Jesús nos resultan duras e inaceptables, especialmente cuando van en contra de las modas y los criterios de nuestro mundo y nos fuerzan a tomar la decisión de caminar contra corriente considerándolas demasiado exigentes y poco actuales.
Ante las preguntas que nos asaltan, alguna que otra vez, el Señor nos pide que nuestra respuesta sea una respuesta ante todo de amor y fidelidad. Ante las dudas y vacilaciones el creyente debe acudir a la oración pidiéndole al Padre que aumente nuestra fe.