Chorrillos, 29 de Junio de 2011
Excelentísimo señor Nuncio de su Santidad Benedicto XVI
Señor presidente de la Conferencia Episcopal
Altas y dignas autoridades de nuestra Iglesia Católica
Cristianos y católicos del Perú
Muchas gracias a todos ustedes por haber respaldado este proyecto que busca al erigir la estatua de nuestro Señor Jesucristo, recordar desde aquí para todo Lima y para todo el Perú su mensaje de amor, de perdón y de justicia.
Y busca así, rendir homenaje a todos los peruanos que en inmensa mayoría creen firmemente en Dios y creen firmemente en su hijo hecho hombre, Jesucristo.
Desde hace muchos siglos, nosotros somos devotos de esta fe y nosotros nos inspiramos en el mensaje imperecedero y maravilloso de Jesucristo.
Por eso, así como en 1988 cuando nos visitó nuestro Gran Juan Pablo II con los restos de las torres destruidas por el odio del terrorismo, levantamos la cruz que ilumina la bahía de Lima; queríamos erigir una estatua que representara a nuestro Señor Jesucristo para recordarnos todos los días cuan pasajeros somos y cuanto debemos pensar en servir a los demás, en amar a los demás y en prepararnos para la vida posterior.
Y lo hemos logrado gracias a la ayuda de muchos amigos y empresarios, y lo hemos logrado gracias al apoyo del alcalde de Chorrillos y de muchos ciudadanos de Lima que comprendieron el esfuerzo espiritual de esta propuesta.
Por eso, desde aquí y en breves palabras señor Jesucristo te pido que protejas al pueblo peruano, señor Jesucristo te pido que protejas al Perú en su camino de concordia, de unión, de perdón y reconciliación, señor Jesucristo te pido que apoyes a nuestro pueblo a continuar el camino de la prosperidad, que encuentren los más humildes el empleo que necesitan, encuentren consolación los que sufren y los alejados se vean incluidos en un mismo mensaje y en una misma Patria, señor Jesucristo te pido que traigas serenidad a nuestro país, señor Jesucristo te pido que continúes impulsando el bienestar pero la paz de corazón y de espíritu dentro cada familia entre padres e hijos, entre hermanos.
Te pido que sobre nosotros y en cada hogar venga la alegría, eso es lo que necesitamos como mensaje de espíritu; obras materiales pueden hacerse muchas pero de nada vale si no hay un mensaje trascendental y diferente que es el que tú trajiste aquí.
Por eso Señor, más que hablar como humano y mortal, creo necesario repetir tus palabras del Sermón del Monte, viendo la multitud subió al monte y sentándose vinieron a él sus discípulos y abriendo su boca les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos, bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación, bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredar, bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados, bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia, bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios, bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios, bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los Cielos, bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo, bienaventurados sean en la tierra.
Señor Jesucristo con tu palabra trae al Perú gozo, serenidad, perdón, amor y justicia que es lo que necesitan nuestros espíritus en todo momento y lo que anhelamos también para hacer de nuestra tierra país piloto de espíritu, país piloto de hermandad, para eso se ha levantado este Cristo, para que se vea desde todo Lima y desde todo Lima recuerde a padres e hijos, a hermanos, a pobres y a ricos que son solamente seres humanos pasajeros, humanos que deben amarse y perdonarse.
¡Viva Cristo Rey!
¡Viva el Perú!