NUEVA RELACIÓN CON JESÚS
En las comunidades cristianas necesitamos vivir una experiencia nueva de Jesús reavivando nuestra relación con Él, poniéndolo en el centro de nuestra vida, pasar de un Jesús confesado de manera rutinaria a un Jesús acogido vitalmente.
Lo primero para un creyente en Jesús es “escuchar su voz” en toda su frescura y originalidad, sin confundirla con el respeto a las tradiciones ni con la novedad de las modas, sin distraernos con otras voces extrañas que, aunque se escuchen en el interior de la Iglesia, no comunican su Buena Noticia.
Es importante dejarnos atraer por Jesús personalmente. Descubrir poco a poco, y cada vez con más alegría, que nadie responde como Él a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.
Es decisivo “seguir“ a Jesús. La fe cristiana no consiste en creer cosas sobre Jesús, sino en creerle a Él confiando en su persona. Inspirarnos en su estilo de vida para orientar nuestra propia existencia con lucidez y responsabilidad.
La relación viva con Jesús no nace en nosotros de manera automática. Se va despertando en nuestro interior de forma frágil y humilde. Por lo general, crece rodeada de dudas, interrogantes y resistencias, pero llega un momento en el que el contacto con Jesús empieza a marcar decisivamente nuestra vida.
Cuando nuestra relación con Jesús pierde fuerza, o queda adormecida por la rutina, la indiferencia y la despreocupación, entonces la increencia empieza a penetrar en nosotros, por eso, el Papa Francisco ha reconocido que “necesitamos crear espacios motivadores y sanadores… lugares donde regenerar la fe en Jesús”.