HUGO CÁCERES, Congregación de los Hermanos Cristianos, hcaceresguinet@gmail.com
ROMA (ITALIA).
ECLESALIA, 14/09/12.- “Somos como un nadador que se encuentra en medio de una tormenta; en la distancia todavía puede vislumbrarse la playa de donde ha partido en búsqueda de una hermosa embarcación que lo transportará hacia su futuro; algunos tenemos un creciente temor de continuar bajo los embates de la tormenta y preferiríamos emplear la energía restante para volver a la seguridad del pasado…” No hace falta más imaginación para ubicarnos ante distintas reacciones a esta parábola que nos presentó el Hermano Sean Sammon FSM para ayudarnos a comprender esta etapa de transición y transformación que vivimos en la vida religiosa y en la Iglesia.
Somos más de cuarenta religiosos laicos reunidos en la Casa General de los Hermanos de la Escuelas Cristianas en Roma para indagar con humildad, pero con fuertes convicciones, acerca de nuestra identidad y misión futuras. Pertenecemos a ocho diversos institutos religiosos laicales (Edmund Rice Christian Brothers, Hermanos de las Escuelas Cristianas, Hermanos de la Instrucción Cristiana, Hermanos Maristas, Hermanos de la Sagrada Familia, Hermanos del Sagrado Corazón, Hermanos de San Gabriel y Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia) y estamos convencidos de que la forma laical, la más antigua de vida religiosa, tiene mucho que contribuir a la recreación de la vida consagrada futura. También nos hemos establecido aquí en el corazón de Roma para constituir por un mes una comunidad conformada por miembros procedentes de los cinco continentes, diferentes edades y perspectivas teológicas; en el tejido ordinario de la convivencia en que permanecemos “todos los hermanos unidos” (Salmo 133) radica nuestra mejor contribución al mundo fraccionado y carente de hermandad. Nuestra misión específica ha sido la educación evangelizadora y nos preguntamos ¿cuál es la mejor forma de emplear nuestros recursos y experiencia ante las necesidades de la juventud?
El carácter experimental y práctico de este encuentro se aprecia en que cada participante está comprometido en enriquecer la vida de oración, la reflexión y la convivencia. Espacios para escuchar en grupos lingüísticos pequeños o en amplias reuniones, con traducción simultánea, son especialmente privilegiados. Los oradores invitados, hombres y mujeres, religiosos y laicos, son un estímulo para ir descubriendo dentro de nosotros la emergencia del religioso laico para las próximas décadas. Comprometemos a nuestros amigos a orar por esta experiencia que anhelamos que sea un genuino acercamiento a nuestro hermano Jesús quien nos enseñó: “No se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos” (Mat 23,8). (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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