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En la reunión de preparación del programa electoral, quien sería cabeza de lista ofreció una propuesta a sus compañeras y compañeros que les haría sumar muchos votos.
«Si ganamos las elecciones ofreceremos facilidades para la instalación en el pueblo de una gran superficie. Es necesario para nuestra ciudadanía tener un supermercado como en la capital.»
Y Blanca, con la nariz arrugada, protestó. «Eso no son propuestas de izquierdas. ¿Dos o tres empleos precarios en las cajas o en la reposición, a cambio de liquidar el colmado de la Mari y su familia, la panadería de Luis y su familia, la carnicería de Serrano y su familia y la pescadería de Inés y su familia? Eso es lo que hemos visto que ha pasado en otros pueblos. Además, ya sabemos que las grandes superficies están hermanadas con la industria agroalimentaria que tanto está asfixiando a los productores del Sur. Cambiemos falsas moderneces por alternativas sociales y solidarias que crean puestos de trabajo de calidad y respetan más a las personas.» Y Blanca propuso que, al contrario, se dieran a conocer las trastiendas de las grandes cadenas de distribución y que, como sugerencia concreta, el comedor escolar y el de la residencia de mayores se abastecieran de alimentos ecológicos de la zona y de productos de Comercio Justo, mejorando así la dieta de los niños y ancianos, a la vez que apoyando al campesinado, tanto al próximo como al lejano. Y también, comentó Blanca, favoreciendo otra forma global de consumo y de economía. ¿Quién sabe si nuestro pueblo puede ser un ejemplo que anime a otros?
Pero los votos mandan y los espejismos engañan.
Gustavo Duch
Ilustración: Alicia Sobrino
Grandes cadenas de distribución
Las exportaciones de café suponen una importante fuente de ingresos para Nicaragua. Una parte de este café se produce y comercializa con criterios de Comercio Justo, como remuneraciones satisfactorias y equitativas, relaciones comerciales justas y estables, respeto al medio ambiente.
No siempre sucede así. Entre todos los eslabones de la cadena agroalimentaria, resulta especialmente preocupante el creciente poder que ejercen sobre los productores y los consumidores las grandes empresas de distribución alimentaria. En el Estado español, 5 empresas controlan el 55% de toda la distribución de alimentos. El 82% de las compras de alimentos se realizan en los distintos canales y formas que adopta la gran distribución alimentaria.
Las grandes cadenas de distribución son una puerta cada vez más estrecha tanto para los productores como para los consumidores. Sus márgenes comerciales acaparan buena parte del valor de toda la cadena y eso lo pagamos las personas consumidoras y los campesinos, unas a la alza otros a la baja.
¿Qué podemos hacer (o dejar de hacer)?
Informarnos, hacernos preguntas, compartir lo que sabemos…
• Preferir el pequeño comercio a grandes superficies y cadenas de distribución.
• Evitar marcas vinculadas a las grandes superficies (aunque sean más baratas).
• Si comprarmos café y chocolate, que sea de Comercio Justo.
Y todo esto sabiendo que nunca podremos ser 100 % justos en nuestros actos, pero que ese horizonte nos ayuda a llevar ya desde ahora una vida honrada y en justicia.
«Ungido por Dios con el Espíritu Santo y con poder, pasó la vida haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo porque Dios estaba con él» (Hch 10, 38)
Señor Jesús, que sepamos hacer el bien con nuestra forma de comprar.
Para profundizar:
Campaña “Grandes cadenas de distribución ¡no, gracias!”. Manifiesto de la campaña
Rompe tus cadenas. Introducción a la distribución moderna alimentaria, los impactos socio-ambientales de las cadenas de venta al detalle y las reacciones de la sociedad civil (PDF). Estudio de Xavier García de la Serrana. Al final hay una interesante bibliografía comentada.
¿Los supermercados crean empleo? Artículo de Esther Vivas (07/02/1013).
Café Espanica (Comercio Justo de Nicaragua)
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