Nacimos para ser felices, no para ser perfectos
Cuando te despiertes por la mañana respira hondo, sonríe, y agradece a Dios la vida. Ríete un poco de todo lo que no funciona a tu alrededor. No merece la pena que te enojes, y además con los enojos no se arregla nada.
Cambia la mala cara por la sonrisa. Conecta con Dios cuando estés en contacto con la naturaleza, cuando estés con los amigos o en familia, cuando estés a solas. El siempre está a la escucha. No trabajes sólo por El, aprende a disfrutar estando con El.
Cuando te encuentres con alguien, ten siempre a la mano una historia de salvación y de bienaventuranza para contar. Mantén una línea de creatividad y de belleza en lo que haces, piensas o compartes.
Ya sabes que el ejercicio desentumece los músculos y que la belleza es una de las formas más bonitas de contar a Dios. Crea en torno a ti un espacio ecológico donde se respeten especies tan raras como la reconciliación, la tolerancia, el respeto, la sensibilidad, el cariño.
Dedica tiempos para estar contigo y para descansar. Te lo mereces. No cruces deprisa el camino del corazón y haz fiesta. Abre tus manos para compartir la vida. Siempre queda algo de fragancia en la mano del que ofrece rosas.
Pon el adjetivo “samaritano” a tu comunidad cristiana, a tu familia, a tus amigos, a tu corazón. Además de quedar bonito, tiene y comunica el buen olor de Jesús. Apúntate cada día al Evangelio.
Procurar dedicar al menos un minuto a leer una frase del Evangelio. Míralo como un hermoso proyecto para la humanidad del siglo XXI.
Entra cada día en la presencia de María y en ella contempla un principio de gozo y plenitud, de belleza y esperanza. Sé la expresión viva de la amabilidad de Dios. Regala siempre una sonrisa a quien encuentres en tu camino.
No comiences la jornada sin tomar conciencia de que Dios está contigo. Y cuando llegue la noche, abandónate en sus brazos.
Lleva siempre en los labios una palabra de esperanza, en tus manos un gesto de paz, en tus pies un alivio para los que están en las orillas. Cuida la vida, cuida toda vida. Es una hermosa forma de parecerte a Jesús.