Durante su homilía, Monseñor Abanto destacó la impresionante convocatoria que genera esta celebración que recorre las calles de nuestra ciudad como expresión del amor, de la piedad y de la religiosidad de nuestro pueblo.
“Esta capacidad para reunir a hombres y mujeres; niños, jóvenes y adultos; sanos y enfermos; de diferentes pueblos, razas y condición social; es un aspecto esencial de la fuerza y veneración que le tributamos al Cristo Moreno”, mencionó.
Manifestó que los fieles contemplamos la venerada imagen porque a pesar de los problemas y dificultades que tengamos, el Señor nos da la esperanza de poder triunfar ante cualquier adversidad.
“Diversos motivos y circunstancias hacen que nos encontremos aquí: una necesidad personal o familiar, el cumplimiento de una promesa, nuestra devoción sincera, etc. Pero a todos nos une la fe, el amor y la esperanza en Cristo Jesús”, comentó.
“En esta mañana queremos mirar al Señor, queremos dirigirnos a Él con la humildad y con la sinceridad en nuestro corazón para pedirle que reciba complacido nuestra súplica confiada, ya que Él es bondadoso, está siempre atento a la voz de nuestras súplicas, es benigno y misericordioso”, prosiguió.
Mencionó también que nuestra devoción y amor al Señor de los Milagros tiene que comprometer a todos los peruanos para construir un país más justo, más fraterno y más solidario.
“Necesitamos la luz del Señor para proceder con rectitud, para obrar bien, para actuar siempre según el querer y la voluntad de Dios. Necesitamos ser buenos cristianos para construir un Perú grande; nuestro país no va a cambiar tan solo con normas, con leyes, sino con la actitud de todos nosotros”, reflexionó.
“Si somos buenos cristianos, honrados, justos, humildes, caritativos, solidarios, fraternos, responsables, si nos exigimos en todo para realizar nuestras actividades lo mejor posible; si tratamos de darnos y no solo de pedir cosas, sino más bien de ofrecernos nosotros a Dios y a los demás podremos hacer cada vez más grande a nuestro país”, añadió.
En otro momento, recordó la importancia de aprender a ser como Cristo para poder amar, hablar, sentir y actuar como Él, sirviendo y perdonando a nuestros hermanos.
“El encuentro y la experiencia con Cristo transforman nuestra vida y generan paz, comunión y fraternidad entre los hombres. Al sentir el amor, la ternura y la misericordia de Dios no se puede dejar de ofrecer esa misma experiencia a los demás”, señaló.
Monseñor Abanto pidió al Señor que ilumine a nuestros gobernantes para “que busquen el desarrollo y el bienestar de nuestros pueblos en el respeto mutuo y la convivencia armoniosa entre todos”.
Finalmente, pidió a la Santísima Virgen María que nos ayude a encaminarnos al encuentro de Cristo. Asimismo, imploró al Señor a fortalecer los lazos fraternales entre los peruanos.
“Ayúdanos Madre a poder caminar cada vez mejor hacia tu hijo y que esta procesión refleje ese deseo nuestro de sentirnos, tratarnos y manifestarnos ante los demás como hermanos que tienen la misma fe, el mismo amor, que han recibido el mismo Bautismo y tienen también la misma meta y orientación”, expresó.
“Ayúdanos Señor Jesús a poder fortalecer esos lazos de unidad, de fraternidad y de reconciliación entre todos nosotros; y de esa forma podamos, desde nuestra realidad personal y familiar, ser constructores de un Perú más justo, más unido y más fraterno”, concluyó.
Concelebraron con Monseñor Abanto, Monseñor Adriano Tomasi, OFM, Obispo Auxiliar de Lima; Monseñor Pedro Hidalgo, Director Espiritual de la Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas; el Padre Pedro Zubieta, OCD, Superior de los Carmelitas Descalzos; el Padre José Chuquillanqui, párroco de El Espíritu Santo de Manchay; así como sacerdotes y diáconos de la arquidiócesis de Lima.
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