Un informe pide salir en su defensa
ROMA, domingo, 14 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Las imágenes sexuales y los mensajes de los medios animando a un comportamiento licencioso son una amenaza para los jóvenes, afirma un informe publicado por el Ministerio del Interior del Reino Unido.
El Ministerio del Interior encargó a una psicóloga independiente, la doctora Linda Papadopoulos, que examinara el impacto de una cultura invadida por el sexo en el contexto de los esfuerzos del gobierno británico por reducir la violencia contra las mujeres.
«Cambiar las actitudes llevará tiempo pero es esencial si queremos parar la violencia contra las mujeres y las chicas», comentaba el ministro del interior, Alan Johnson, en el comunicado de prensa de 26 de febrero que acompañaba el informe.
Tanto el gobierno del Partido Laborista como la oposición del Partido Conservador están preocupados por el impacto de la cultura contemporánea en los jóvenes. Antes de la publicación del informe, el líder de los conservadores, David Cameron, había dicho que estaba a favor de restringir la publicidad irresponsable dirigida a los niños, informó el 26 de febrero la BBC.
En el mismo informe – titulado «Sexualization of Young People: Review» (Sexualización de los Jóvenes: Revisíón) – Papadopoulos explicaba que su investigación formaba parte de una consulta que busca aumentar la conciencia sobre el problema de la violencia contra las mujeres. Investigaba en particular la cuestión de si hay un nexo entre la sexualización de la cultura y la violencia.
«Las mujeres son veneradas – y recompensadas – por sus atributos físicos, y tanto las chicas como los chicos se ven presionados a imitar estereotipos de género polarizados desde una edad cada vez más joven», comentaba el informe.
El informe definía la sexualización como «la imposición de la sexualidad adulta a los niños y jóvenes antes de que sean capaces de afrontarla, mental, emocional y físicamente».
Niños como adultos, adultos como niños
El uso de imágenes sexuales en los medias no es precisamente un fenómeno reciente. No obstante, en los últimos años se ha dado un aumento de su volumen sin precedentes. Además, los niños son presentados con mayor frecuencia como si fueran adultos, mientras que a las mujeres se las infantiliza.
«Esto lleva a difuminar las líneas entre madurez e inmadurez sexual y, en la práctica, legitima la noción de que los niños puedan ser tratados como objetos sexuales», precisaba el texto.
Al tratar de los niños, una de las preocupaciones destacadas en el informe es que, a una edad joven, las capacidades cognitivas necesarias para hacer frente a imágenes persuasivas de los medios todavía no se han desarrollado. Junto a esta falta de capacidad para afrontar tales imágenes, la capacidad de penetración de una cultura sexualizada da como resultado que los niños estén frecuentemente expuestos a material que no es apropiado para su edad.
El informe observaba que uno de los temas dominantes en los programas populares es que las chicas deberían presentarse como sexualmente deseables si quieren ser populares entre los chicos. Esto está presente incluso para niños más jóvenes, a los que se anima a vestir de forma que llamen la atención por sus atributos sexuales aunque todavía no los posean.
Las muñecas, por ejemplo, se presentan de una forma notoriamente sexualizada. Objetos como cajas de lápices y otros efectos de escritorio para niños llevan el logo de la conejita de Playboy. La ropa interior con relleno se comercializa y vende para niños de hasta ocho años.
Y así, el mensaje predominante para los chicos es que deberían ser sexualmente dominantes y tratar el cuerpo femenino como un objeto.
La televisión, las películas, la música, junto con los medios escritos, todos presenten a los jóvenes este mensaje hiper sexualizado, observaba el informe.
Desorden adolescente
Puesto que los niños reciben continuos llamamientos a adecuarse a tales imágenes, uno de los resultados que pueden ocurrir es el descontento con el propio cuerpo y una pobre autoestima que, a su vez, pueden provocar depresión y desórdenes alimenticios. Junto a estos desórdenes como la anorexia, las mujeres jóvenes recurren en mayor número a la cirugía cosmética, bajo la presión de parecerse a una imagen idealizada.
Los niños y adolescentes también se encuentran en los medios con una gran cantidad de contenido que es explícitamente sexual o incluso pornográfico, añadía Papadopoulos. La facilidad de acceso a internet, junto con el material enviado por correo electrónico y los teléfonos móviles dan como resultado que sea difícil restringir que dicho contenido llegue a los jóvenes.
De hecho, observaba el informe, la industria del sexo está ahora desatada y se ha vuelto parte de la cultura diaria. Los anuncios laborales hacen rutinariamente publicidad de vacaciones en agencias de acompañamiento, clubs, salas de masaje y canales de sexo en televisión.
«El hecho de que tanto en la cultura de las celebridades como en la popular las mujeres sean habitualmente presentadas como llenas de éxito y celebradas por su atractivo sexual y su apariencia – con poca referencia a su inteligencia o a sus capacidades – lanza un poderoso mensaje a los jóvenes sobre qué es lo que vale y en lo que deberían centrarse», comentaba el informe.
Los investigadores comprobaron al examinar el contenido de las páginas webs de los jóvenes que muchos adolescentes colgaban imágenes sexualmente explícitas de sí mismos, y entre sus compañeros el lenguaje despectivo y degradante es común, señalaba el informe.
La sexualización de las chicas también está contribuyendo a un mercado de imágenes de abusos pederastas, observaba el informe. Muchas chicas jóvenes se presentan de formas provocativas y abiertamente sexuales para el consumo de otros jóvenes y envían estas imágenes a través de las páginas de redes sociales o a través de fotografías enviadas por correo o teléfonos móviles.
«Los jóvenes mismos están produciendo e intercambiándose lo que no es otra cosa que ‘pornografía infantil’ – un hecho confirmado por el creciente número de adolescentes que están siendo condenados por la posesión de este material», comentaba el informe.
Sexualización y violencia
Al tratar la cuestión de la relación entre sexualización y violencia contra las mujeres, el informe citaba investigaciones que muestran que los adultos que los adultos que han visto imágenes de mujeres como objetos sexuales tienden a aceptar más la violencia.
«Las evidencias reunidas en la revisión sugieren un nexo claro entre el consumo de imágenes sexualizadas, una tendencia a ver a las mujeres como objetos, y la aceptación de actitudes y comportamientos agresivos como norma», añadía el informe.
Papadopoulos hacía también referencia a una reciente encuesta que mostraba que para muchos jóvenes, la violencia dentro de las relaciones es algo corriente. En el grupo de edad de entre 13 y 17 años, una de cada tres chicas adolescentes había sido sometida a actos sexuales no consentidos durante una relación, y una de cada cuatro había sufrido violencia física.
Los investigadores citados en el informe también sugerían que al animar a los espectadores masculinos a percibir a las mujeres como seres sexuales, la publicidad promueve una mentalidad en la que las mujeres son vistas como subordinadas y, por tanto, como blancos apropiados de la violencia sexual.
«La repetida presentación de los hombres como dominantes y agresivos y de las mujeres como subordinadas y degradadas está sin duda perpetuando la violencia contra las mujeres», establecía el informe.
Rebelión
El informe concluía apelando a que la gente se dé cuenta de que la sexualización es un tema de profunda importancia con graves consecuencias para los individuos, las familias y la sociedad. Estudios similares en Estados Unidos y Australia han llegado a las mismas conclusiones, apuntaba el informe. Al mismo tiempo pedía que se investigara más este fenómeno. El informe terminaba con una lista de 36 recomendaciones específicas sobre cómo tratar con la sexualización.
Además de informes como el recientemente publicado por el Ministerio del Interior británico, la oposición a la sexualización de la cultura contemporáneo crece entre la gente de la calle.
Un ejemplo de ello viene de Australia con la página web Collective Shout, que ofrece una plataforma interactiva para individuos y grupos para actuar contra las empresas y los medios que presenten a las mujeres como objetos y sexualicen a las chicas para vender productos y servicios.
Al final, quizás, la solución a problemas tales como la degradación de la sexualidad no consista en establcer más reglamentaciones del gobierno. Lo que se necesita de verdad es un cambio básico en la opinión pública que sea resultado de una revuelta contra la explotación de las mujeres, una revuelta que surja de personas concienciadas, cansadas de ver cómo se degrada la dignidad humana.
Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado