María un proyecto de Dios
Nada ocurre por casualidad. Nada acontece porque sí; Dios –desde el mismo día de nuestro nacimiento- tiene asignado para nosotros una misión, un proyecto y un camino por el que, nuestros pasos, han de dejar huella de lo que llevamos dentro y de lo que queremos ser, para nosotros mismos, y para los demás.
1.- El nacimiento de María, en la plenitud de los tiempos, es para nosotros un momento que invita a la alegría y que empuja a agradecer a Dios. Para la alegría: desde hace siglos, Dios, nos lo anunció a través de los profetas. Desde antiguo, Dios que hablaba y comunicaba desde lo invisible, se empeñó en acercarse al hombre. Una mujer, María, con un corazón dócil, abierto, agradable, soñador, entusiasta y lleno de fe….conquistó también el corazón del mismo Dios. O, dicho de otra manera: enamoró al mismísimo Dios. Esto, en nosotros, provoca un gran regocijo: Dios se fía del hombre, Dios confía en el hombre y…Dios se hará hombre en el seno virginal de una joven nazarena. ¡Alegrémonos por todo ello! El nacimiento de María suscita en nosotros sentimientos de ternura, de alivio, de claridad y de futuro: Ella será la Madre de Cristo y, por lo tanto, Madre de Dios y Madre nuestra. ¿Más alegría todavía?
2.- El nacimiento de María, es un impulso de agradecimiento a Dios. Comienza una nueva era y, por lo tanto, los nuevos tiempos. Cesa el antiguo rito y comienza el nuevo. Veremos a Dios en persona, humanado, pequeño. Sin el nacimiento de esta mujer con nombre propio “María” nada de ello hubiera sido posible. Demos gracias a Dios en este día:
*Con la venida al mundo de María, el mundo recobra el esplendor y el resplandor perdido. El futuro del hombre será bendecido con otro nacimiento: el de Jesús
*Con el nacimiento de la Virgen María el mundo, encarcelado y torturado por tantos problemas e inquietudes, recupera un poco la libertad. Es como aquella madre que, viendo a un hijo excesivamente preocupado, se acerca hasta él para empujarle y animarle a caminar hacia delante. María, en su nacimiento, abre muchas puertas y, nosotros en su honor, celebramos con devoción y recogimiento esta fiesta.
*Con el nacimiento de María suena la hora elegida y escogida por Dios. Todo un plan entretejido desde antiguo. Todo lo pensado desde siglos por Dios, comienza a tener forma. En Navidad un pobre pesebre será la cuna del Salvador pero, previamente, una digna morada –de carne y hueso– obediente, humilde y abierta a Dios será un santuario en el que, durante nueve meses, gima, crezca y se desarrolle Cristo.
3.- Hoy, la fiesta del nacimiento de María, es importante en cuanto que nos invita a mirar hacia delante. No podemos quedarnos en el efecto mágico o emocional del momento. Es preciso ir mas allá: su nacimiento es causa de alegría en cuanto que, Ella, será trono virginal en el que Dios se hará carne. En el que Dios pondrá su morada.
¡Gracias, Señor, por elegir a uno de los nuestros!
¡Gracias, Señor, porque María es aurora de un nuevo día!
¡Gracias, Señor, porque su nacimiento es adelanto del nacimiento del Salvador!
4.- Hoy, por lo tanto, es el cumpleaños de la Virgen María. ¡Felicidades, María!
Celebremos la fiesta de nuestra Madre, de nuestra Patrona, de nuestra Reina, de la Madre que, al nacer, nos hará renacer a todos un día cuando, Cristo, salido de sus entrañas nos traiga para todos anuncio de vida eterna, amor de Dios, perdón, paz y tantas cosas que el mundo, nuestro pueblo, nuestra ciudad, nuestros corazones, nuestras familias, etc, etc, necesitan.
¡Felicidades, Madre!
¡Felicidades, María!
¡Que cumplas muchos, pero muchos, más!
Javier Leoz