María en el orden de la Salvación. María es colaboradora en la obra de la redención
Ya el Apóstol Pablo escribiendo a los Corintios les decía: «ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios», 1 Cor, 3,9.
Es evidente que esta colaboración en la obra de la redención no es causa principal por parte del Apóstol Pablo sino participación instrumental de la única redención realizada por Cristo.
En el caso de la Virgen María la colaboración o cooperación a la obra de la redención se manifiesta de una manera importante y ser excepcional:
a. En su aceptación en Madre del Redentor, con todo lo que esto lleva consigo, fe, obediencia, y fidelidad.
b. Por la compasión y sufrimientos que compartió con su Hijo Jesucristo al pie de la cruz, participando de los méritos del sacrificio expiatorio de su hijo.
Los dos aspectos son necesarios y esenciales; pero el que constituye la base y fundamento de la corredención mariana es su maternidad divinasobre Cristo Redentor y su maternidad espiritual sobre nosotros según la voluntad de su Hijo cristo en a cruz.
Anteriormente se le denominaba a la Virgen María «Corredentora» de la obra de la redención. El Concilio Vaticano II, evitó la palabra «corredentora» -que podía herir los oídos de los hermanos separados- expuso de manera clara e inequívoca la doctrina de la corredención tal como la entiende la Iglesia Católica:
He aquí algunos textos dela Constitución dogmática sobre la Iglesia «Lumen gentium» especialmente significativos.
«Es verdadera madre de los miembros (de Cristo) … por haber cooperado con su amor a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza» (nº 53)
«Así María, hija de Adán, aceptando la palabra divina, fue hecha Madre de Jesús y abrazando la voluntad salvífica de Dios, con generoso corazón y sin el impedimento de pecado alguno, se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo bajo El y con El, por la gracia de Dios omnipotente, al misterio de la Redención.
Con razón, pues, los Santos Padres consideran a María, no como un mero instrumento pasivo en las manos de Dios, sino como cooperadora a la salvación de los hombres por la libre fe y obediencia. Porque ella, como dice San Ireneo, «obedeciendo fue causa de su salvación propia y de la de todo el género humano».
Por eso no pocos Padres antiguos en su predicación, gustosamente afirman con él: «El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María: lo que ató la virgen Eva por la incredulidad, la Virgen María lo desató por la fe»; y comparándola con Eva, llaman a María «Madre de los vivientes», y afirman con mucha frecuencia: «la muerte vino por Eva, por María la vida». (nº 56).
«Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte». (nº 57)
«Mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz, en donde, no sin designio divino, se mantuvo de pie (cfr. Jn., 19, 25), sufrió profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas de Madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la Víctima, que ella misma había engendrado y finalmente, fue dada como Madre al discípulo por el mismo Cristo Jesús moribundo en la Cruz, con estas palabras:»Mujer, he ahí a tu hijo!» (cfr. Jn., 19, 26-27).
Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la Cruz, cooperó en forma del todo singular a la obra del Salvador, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia, (nº 61).
Por lo tanto la razón última y el fundamento más profundo de la colaboración en la obra de la salvación hay que buscarlo en lamaternidad divina de María, íntimamente asociada por voluntad de Dios a la obra salvadora de Cristo.