P. Marcelo Rossi (São Paolo, Brasil)
Cuando conocí al P. Marcelo Rossi, tenía muchos prejuicios sobre su persona: pensaba que su sacerdocio no era tan convincente y que su figura mostraba más bien un artista que se había subido al “estrado” de la Iglesia católica.
Pero en una ocasión acudí a una misa celebrada por él y me dejó impresionado la multitud de gente, en donde los más, eran jóvenes. Y ahí, el respeto y la atención que revelaban los gestos de esos rostros cambiaron mi impresión rápidamente: había un profundo fervor en medio de saltos, palmas y agitación de manos.
Por fin, la misa terminó. No había sido breve; para nada. Tuve la oportunidad de acercarme al mismo P. Rossi. Su rostro se veía cansado, bañado en sudor por la fuerte actividad física que desenvuelve a un lado del altar. Me bastó advertir su mirada y su sonrisa para llegar a la conclusión de que se trataba de un sacerdote de verdad.
Pasó el tiempo y seguí escuchando su música, admirando también todo lo que Dios realizaba a través de él. Y, por fin, saltó la noticia: el P. Marcelo se convirtió en el primer icono de la música católica en recibir un premio, ni más ni menos que un Grammy Latino. El sacerdote brasileño que yo había conocido muy de cerca, fue condecorado en el Teatro Kodak de Hollywood, tal vez uno de los escenarios mundialmente más representativos en el ámbito de la música.
Esta noticia me entusiasma por el esfuerzo de grandes y pequeños evangelizadores que se dedican a misionar a través del no fácil mundo de la música. De este esfuerzo han brotado frutos en ambientes en donde cada vez los jóvenes se descubren más vacíos, donde la música sólo es pasajera, sensual, carente de un mensaje de amor auténtico.
Me imagino la cara de asombro de muchísimos artistas que desearían, también ellos, verse galardonados con un Grammy Latino. Pero su música no “llena el interior”. Al contrario, quita, vacía a multitudes con modelos y slogans contrarios a lo bello y hermoso del amor y de la música. Se quedan en la novedad electrizante de los estrenos… pero al final se desvanece.
Me he preguntado cuál es la llave del éxito del P. Marcelo y tengo para mí que esconde un secreto: ora y escucha la voz del Espíritu Santo. Sus fatigas de evangelización desvelan sinceridad, producen abundantes frutos de santidad en medio de lugares donde la fe aparenta superficialidad.
Y a quienes puedan objetar que tal vez la mayoría de los “fans” del P. Marcelo, no tengan una profunda formación religiosa (cosa que, por lo demás, no es del todo acertada), es importante descubrir en este arte un primer escalón en donde ellos llenan su espíritu. Tarea de los catequistas será tomar este acercamiento para después educar y lanzarlos al compromiso.
Mientras tanto, el P. Marcelo sigue lanzando las redes con un arte llamado música cristiana, en donde los grandes jurados, como los de los Grammy Latinos, han comenzado a aplaudirle.
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