Los que creemos en Jesús hemos de aprender a vivir creyendo en esta Buena Noticia: el reino de Dios se construye aquí y ahora, no está en el más allá.
Al contar Jesús la parábola de la levadura estaba diciendo que su palabra de manera callada y oculta lo transforma todo, que Dios actúa desde el interior de la vida, que Dios transforma a las personas desde dentro, atrae con su amor hacia el bien, se nos ofrece para hacer más dichosa nuestra vida.
Está comenzando un tiempo nuevo para la Iglesia. Los cristianos vamos a tener que aprender a vivir en minoría, dentro de una sociedad secularizada y plural. En muchos lugares, el futuro del cristianismo dependerá en buena parte del nacimiento de pequeños grupos de creyentes, atraídos por el Evangelio y reunidos en torno a Jesús.
Poco a poco, aprenderemos a vivir la fe de manera humilde, sin hacer mucho ruido ni dar grandes espectáculos. Ya no cultivaremos tantos deseos de poder ni de prestigio. No gastaremos nuestras fuerzas en grandes operaciones de imagen. Buscaremos lo esencial.
Caminaremos en la verdad de Jesús, trataremos de vivir como «fermento» de vida sana en medio de la sociedad y como un poco de «sal» que se diluye humildemente para dar sabor evangélico a la vida moderna.