(Desde El Cañamelar (Valencia), José Ángel Crespo Flor).- La figura de la santa carmelita de origen judío, cuya fiesta se celebra mañana 9 de agosto, ha dado lugar a muchas monografías sobre ella. Monografías que vienen dadas por lo atractivo de su figura y por lo atrayente de su obra. La parroquia Nuestra Señora del Rosario (Cañamelar – Valencia), desde hace algunos años, tiene en lugar bien visible la imagen de esta santa judía y fue martirizada por los nazis tras abrazar la cruz del sufrimiento.
Edith Stein (Santa Teresa Benedícta de la Cruz) es un personaje muy atrayente por distintos motivos: mujer adelantada a su tiempo, filósofa de prestigio, conversa del judaísmo, monja carmelita y mártir en Auschwitz. Además, Juan Pablo II la proclamó copatrona de Europa. Todo ello unido a la profundidad de sus escritos la hacen una mujer de su tiempo y una santa del siglo XX.
Juan Pablo II en la Misa de su beatificación dijo entre otras muchas cosas que «Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, a «una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo «.
Entre sus numerosos escritos entresacamos uno, una reflexión sobre la Eucaristía. Lo hacemos adrede porque consideramos que en esos ratos de estancia ante el sagrario es un texto que viene que ni pintado. Un texto que sirva para reflexionar y para rezar, un texto, en definitiva, que nos adentra al misterio de Jesús Eucaristía.
VIVIR LA EUCARISTÍA … POR EDITH STEIN
“Vivir eucarísticamente significa salir de las angustias de la propia vida y adentrarse en el horizonte infinito de la vida de Cristo. Quien busca al Señor en Su casa, no se preocupará tan sólo de hablarle de sí mismo y de sus preocupaciones. Empezará a interesarse de las preocupaciones del Señor. La participación cotidiana en el Sacrificio eucarístico nos arrastra, sin que nos demos cuenta, en la gran corriente de la vida litúrgica. Las oraciones y los gestos de la celebración litúrgica nos representan continuamente, durante el año litúrgico, la historia de la Salvación, y nos ayudan a entrar cada vez más en su sentido. Y el mismo Sacrificio va imprimiendo en nosotros el misterio central de nuestra fe, punto cardinal de la Historia de la Salvación, el misterio de la Encarnación y de la Redención. ¿Quien podría participar con empatía de espíritu y corazón en la Eucaristía sin venir atrapado por el espíritu de sacrificio, por el deseo de empeñarse con su vida y su existencia en la gran obra de Redención del Salvador?»
LUNES DE LOS AFLIGIDOS
Como el calendario ha querido que hoy, 9 de agosto y fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (antes Edith Stein) coincida con la misa que todos los segundos lunes de mes -también en agosto- realiza la Hermandad del Cristo de los Afligidos (Cañamelar) en honor a su Titular y a quien desde este año, cuando hace 125 de su primera salida oficial y pública, se considera como Señor, Patrono y Protector del Cañamelar hemos querido enriquecer este comentario con algunas frases antológicas de la propia Edith Stein que tienen como denominar común la Cruz en la que Cristo padeció hasta morir en ella crucificado y la Cruz que tuvo que padecer en vida Edith Stein gracias a la sinrazón y a la brutalidad de la barbarie nazi de la que aún no se ha relatado todo lo que sucedió en los diferentes campos de concentración. Relatos que la mayoría de ellos resultan espeluznantes y que no llegamos a comprender cómo unos seres humanos pueden perder la cabeza para emplearse con tamaña crudeza comno lo hicieron los nazis de Hitler.
EDITH STEIN Y LA CRUZ
En medio de tanto sufrimiento, Edith Stein escribe:
-«La ciencia de la cruz no puede adquirirse… sólo por los medios intelectuales…
-La ciencia de la cruz se adquiere… sintiendo, experimentando, padeciendo… su peso sobre los hombros de uno mismo…
-Siempre entendí y me convencí de la importancia de la ciencia de la cruz. Me dije: ¿Ave crux, spes única! , ¿Salve oh Cruz, esperanza única ».
– “Yo hablaba con el Salvador y le decía que sabía que era su Cruz la que ahora había sido puesta sobre el pueblo judío. La mayoría no lo comprendían; mas aquellos que lo sabían, deberían cargar con ella de buena gana en nombre de todos. Tenía la más firme persuasión de que había sido escuchada por el Señor. Pero dónde había de llevarme la Cruz, aún era desconocido para mí.”