Francisco Cerro Chaves
EDICIONES PAULINAS
MADRID.
La parábola del fariseo y el publicano, según el relato de Lucas, nos puede ayudar a vivir en la Iglesia como verdadero pueblo de Dios, caminando en nuestros días a la luz del Evangelio de Jesús, «con sus mismos sentimientos». Esta parábola nos dice que es preciso poner los ojos en Jesús, para que transforme nuestra vida. Que no debemos juzgar al hermano, viviendo una profunda humildad. Porque, para trabajar juntos, hay que respetar las distintas sensibilidades que existen en nuestra Iglesia.
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