Anna Ramió Jofre
EDITORIAL PPC
MADRID.
El ser humano es algo más que su dimensión física, es un ser espiritual o trascendente, y este espacio necesita ser atendido durante toda la vida. Esa dimensión es especialmente manifestada, de una forma más profunda e intensa, en las personas enfermas en la última etapa de la vida, y en sus familias.
En las últimas décadas, en nuestra sociedad, las personas ya no morimos en casa, sino que lo hacemos en los centros asistenciales, y aumenta paulatinamente el número de personas en tratamiento paliativo. Dada esa situación, los diferentes profesionales sanitarios han de conocer, poder encauzar y dar respuesta a las necesidades espirituales de las personas que atienden. La atención espiritual es una parte esencial de la atención integral que debemos ofrecer a las personas en las Unidades de Cuidados Paliativos. Esa atención repercute en el estado global y en su calidad de vida al final de su existencia.
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