Conciencia
Durante la oración construyo una conciencia
cada vez mayor de la presencia de Dios en mí.
Esta conciencia de Dios dentro de mí aumenta
mi percepción de Dios en el prójimo.
Percibo una esperanza en situaciones
donde había creído que no había ninguna.
Observo un carácter sagrado en las otras
personas, cualquiera sea su personalidad
o su estado de ánimo.
Consciente de la belleza en el mundo,
avivo en mí la alegría de vivir.
El estímulo que recibe mi imaginación
me motiva para fijarme nuevas metas.
Como soy sensible a los sentimientos ajenos,
escucho con amor y percibo el gozo,
la preocupación o la soledad que está
más allá de las palabras que otros pronuncian.
Me regocijo con su gozo y oro con ellos
para que todas sus preocupaciones y
sus necesidades queden satisfechas.
Tengo conciencia de que Dios
está realmente presente en mí
y en mi alrededor.