Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María – 8 de Diciembre
Compartimos el evangelio del día para la Festividad de la Virgen Inmaculada
Las lecturas para este día son:
- Libro del Génesis 3
- Salmo 98
- Carta de San Pablo a los Efesios 1
- Evangelio según San Lucas 1
Libro de Génesis 3,9-15.20.
Después que Adán comió del árbol, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?».
«Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí».
El replicó: «¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?».
El hombre respondió: «La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él».
El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Cómo hiciste semejante cosa?». La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí».
Y el Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón».
El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes.
Salmo 98(97),1.2-3.4.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y fidelidad
en favor de la casa de Is rael.
Todos, hasta los confines del mundo,
han visto la salvación de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.
Carta de San Pablo a los Efesios 1,3-6.11-12.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo,
y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano -según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad-
a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria.
Evangelio según San Lucas 1,26-38.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».
María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?».
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios».
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Ángel se alejó.
Lecturas para la festividad de La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María
Solemnidad – Blanco
Génesis 3, 9-15. 20 / Efesios 1, 3 -6. 11-12
/ Lucas 1, 26-38
Salmo responsorial Sal 97, 1-4
R/. «Canten al Señor un canto nuevo,
porque Él hizo maravillas”
Santoral:
La Inmaculada Concepción de la Virgen María
Inmaculada Misericordia
¡Madre! El Eterno Padre, te edificó pura de arriba abajo,
en pensamiento, palabra, cuerpo y alma,
para este tu pueblo que, hoy, te ve y te reza: ¡Inmaculada!
Inmaculada y llena de misericordia.
No supiste, oh Madre, sino ser ofrenda permanente.
En Nazaret, con un “sí” lo dijiste y lo hiciste todo.
En Caná, con un “haced” tu mano pudo más
que la intención de Aquel que el agua en vino transformó.
¡Misericordiosa e Inmaculada!
Siempre al lado de nosotros y, siempre, buscándonos.
En las cruces cuando nos pesan demasiado
y, en los atajos del mundo, cuando nos perdemos demasiado.
En las ideas, cuando a Dios dejamos de lado
y en las obras cuando pretendemos un mundo a nuestro antojo.
¡Inmaculada y con infinita misericordia!
Así Dios te dispuso y así, Dios, te creó.
Para Él lo fuiste todo y, para Él, te diste en todo.
Por Él tu cuerpo fue arcilla en sus manos
y, con Él, hiciste un Dios humanado a los pies del mundo.
¡Cómo no darte gracias, Virgen Inmaculada!
Tu ser y tu hondura te delatan: sólo sabes dar.
Tú beldad y tus ojos encandilan al Dios de las alturas
y, tu obediencia, sencillez y ternura
proclaman la grandeza que anida en Ti.
¡Inmaculada llena de misericordia!
Llena de Dios, que es todo corazón,
y vaciándote de Dios para traérnoslo al mundo.
Llena del cielo, para esta tierra fría
y cálida en tus entrañas para darnos al Salvador.
Así, Virgen Inmaculada, eres Tú.
No dejes, en este Año Santo Jubilar,
que neguemos lo que –desde Dios y ante Dios nos hace eternos:
el amor sin límites y la generosidad sin cuentas.
Que de tu mano, Virgen Inmaculada,
sepamos descubrir, acoger y pregonar
a Aquel que, en tu morada virginal,
se hizo carne y, luego, se dejó adorar.
¡Siempre Inmaculada! ¡
¡Siempre misericordiosa Madre!
P. Javier Leoz