Contigo, Señor, mis primeros pasos
Para apoyarte en aquello que, para el mundo
y para nosotros, Tú tienes pensado.
Y trabajar, sin desmayo ni tregua,
para que muchos o algunos encuentren su felicidad en Ti.
Contigo, Señor, mis primeros pasos.
Porque, cuando me dices “sígueme”,
siento que, todavía, no te conozco lo suficientemente.
Que, soy cristiano sin saber lo que significa
y que me da miedo seguirte por lo que ello implica.
Contigo, Señor, mis primeros pasos.
Porque, cada día, nos das una oportunidad para seguirte.
Una hora en la que decir “sí” o un “no”.
Porque, siendo jóvenes, mayores o ancianos,
Tú pasas por la orilla de nuestra vida
pidiendo algo tan grande, como personas
que crean, esperen y te amén a Ti, Señor.
¿Daré mis primeros pasos, Señor?
¿Dejaré algo por Ti?
¿Haré algo por tu Reino?
¿Sacaré mis excusas para quedarme sentado en lo mío?
¿Cómo dar mis primeros pasos, Señor?
¡Ah! ¡Ya lo sé, Señor!
Dejando que Tú, conviertas todo lo que en mí, Señor,
está un tanto desorientado y pervertido.
¡Gracias, Señor!
P. Javier Leoz
Lecturas diarias: 27 de Enero – Contigo, Señor, mis primeros pasos
Evangelio según San Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas.
Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha».
Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar?
Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra».
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.