Lecturas diarias: 11 de Julio – La alegría debe plenificarte
¡Ojalá la alegría te plenifique en cada instante de tu vida!
La alegría puede hacerte feliz si:
Si tomas conciencia de tus cualidades y las haces fructificar.
Si no te encierras en ti mismo, y tu amor lo conviertes
en un amor sin fronteras para construir una sociedad nueva.
Si eres valiente en llevar a cabo todos tus compromisos.
Si eres tan generoso que no rechazas a nadie y, es más,
si eres capaz de compartir tu alegría con los marginados
de hoy: drogadictos, desocupados, angustiados, tristes…
Si pones a disposición de los otros todo lo que eres
y tienes: inteligencia, voluntad, libertad, amor, dinero…
Si no te desentiendes y pasas de la sociedad
en que vives, sino que con tu coraje intentas cambiarla.
Si tiene por norma hacer las cosas bien,
cueste lo que cueste.
Si no eres manipulado ni explotado
por los medios actuales de comunicación
oral y escrita.
Si no dejas pasar la vida, sino que tú pasas
por ella, dando sentido a quienes no lo tengan.
Si crees que el futuro será lo que hoy sea tu esfuerzo.
Si sientes como tuyos los problemas y preocupaciones
de tus hermanos, los hombres.
Si en los acontecimientos de la Humanidad
eres una persona crítica que sabe proponer
soluciones y colaborar en lugar de quejarse.
De esta forma, ahora que estás relajado
y contento, podrás ser animador nato
de la fuente inagotable de tu alegría.
¡Vive hoy feliz!
Padre Felipe Santos Campaña SDB
Evangelio del día 11 de julio – Ciclo B con el Padre Guillermo Serra
Disfruta cada día de la Palabra de Dios y compártela para que llegue a los corazones de tantos cristianos que necesitan este alimento diario.
Evangelio según San Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos.
Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: «Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar.
Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos».
Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.