Lecturas diarias: 10 de Junio – No todo está perdido
Aunque, a simple vista te parezca un fracaso,
sigue apostando por lo que haces.
Siembra amistad aunque recojas rechazo.
Sonríe a los que te rodean,
aunque se queden perplejos de tu felicidad.
¡No todo está perdido!
Defiende aquellos valores que sin ser aplaudidos,
son cimientos de una nueva sociedad.
Cristo, no lo olvides, necesita gente como tú:
gente que no esté muerta en vida.
Personas que, por defender el cielo,
no les importe ser perseguidas en la tierra.
Corazones que, por amar sin engaño,
sean traspasados por la ingratitud o el desprecio.
Manos que, por dar sin esperar,
permanezcan abiertas hacia lo divino.
¡No todo está perdido!
El Señor, aquí o allá, siempre estará a nuestro lado.
Saldrá en las horas amargas a nuestro encuentro.
Nos dará vida cuando, aparentemente, estemos desgastados.
Consuelo cuando, en nuestros afanes, nos agarre el desconcierto.
Esperanza cuando, al sembrar, veamos que no hay fruto alguno.
Ilusión cuando, al avanzar, el pesimismo
sea alforja de nuestro duro viaje.
¡No todo está perdido!
El Señor, hoy y siempre,
nos dice: ¡A ti te lo digo, levántate!
De tu frialdad y cobardía, de tu tristeza y de tu cerrazón,
de tus caídas y de tus combates, de tus ideas y debilidades.
¡Levántate, hombre o mujer, niño o joven!
¡Levántate que, todo, no está perdido!
P. Javier Leoz
Evangelio del día 10 de Junio con el Padre Guillermo Serra
Evangelio según San Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.