El Evangelio de San Juan cuenta que tras la multiplicación de los panes y los peces para dar de comer a más de 5.000 hombres a orillas del mar de Galilea, Jesús pidió que «nada se perdiera».
Este pasaje es la base de la iniciativa puesta en marcha por los Frailes franciscanos del Atonement, una orden de clausura con fuertes raíces ecuménicas.