La luz de la FE
En el bautismo recibimos la luz de la fe en Cristo.
Si como las vírgenes prudentes, consideramos la fe como un bien que hemos de cuidar, debemos procurar que no se apague, alimentarlo con la Palabra de Dios, la oración, los sacramentos, o cualquier otra actividad que nos permita estar cerca del Señor y crecer en amor y amistad con Él.
Es importante para el seguidor de Jesús que nuestra fe brille, sea fuerte y auténtica.
A la Luz de la fe podemos leer los acontecimientos de nuestra vida y darnos cuenta que el Señor nos ama, descubrir lo que Él quiere o espera de nosotros, encontrar respuesta a tantos porqués que nos planteamos ante acontecimientos y situaciones que no entendemos, y, sobre todo, encontrar el sentido último de nuestra vida.
Esa Luz ilumina hasta lo más recóndito de nuestra persona y nos ayuda a descubrir aquello que debemos mejorar o cambiar en nuestra vida para hacerla más semejante a la del Señor.Iluminados por la Palabra de Dios debemos hoy preguntarnos cómo cuidamos nuestra fe, cómo la alimentamos y qué empeño ponemos en mantenerla encendida y luminosa.