La lección de la extranjera – Reflexiones cristianas
El nuevo panorama de un mundo cada vez más plural nos va a dar muchas lecciones sobre lo que significa ser creyentes de verdad.
En el evangelio de hoy, una mujer cananea de raza, de cultura y de religión se acerca a Jesús con una súplica típica de una persona creyente.
El diálogo que se desarrolla entre Jesús y ella es una auténtica catequesis sobre la fe y la oración. Esto es lo primero que llama la atención: la confianza con la que invoca al que reconoce como profeta o, mejor, como Hijo de David y Señor.
Esta mujer pagana es alabada por la grandeza de su fe que se manifiesta en su plegaria insistente: “Señor, Hijo de David, ten compasión de mí”.
En esta oración hay una confesión de fe: Jesús es proclamado como Señor y la plegaria de la que es consciente que no puede bastarse a sí mismo, que necesita de la ayuda del Señor.