El sábado 23 de abril, en el programa Diálogo de Fe, el Cardenal Juan Luis Cipriani habló sobre la exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco, “Amoris Leititia”, que refiere al amor en la familia.
“Yo quería hoy también presentar una parte, por lo menos, de esta exhortación del Papa tan bonita sobre la Iglesia, cuando dice: “la alegría del amor”. El Papa después de todos estos meses en que se hablaba mucho de la familia, se resaltaba las partes conflictivas y cuando uno ve el documento y ve las cosas que el Papa nos dice, realmente es muy bonito y creo que nos puede ayudar a muchos para saber cuál es la actitud de diálogo y de trato al interior de la familia”.
“Cultivar la virtud de la paciencia”
Primero, el Arzobispo de Lima resaltó la virtud de la paciencia como base para el entendimiento entre los miembros de la familia.
“En primer lugar [el Papa] habla de la paciencia. El Papa dice una cosa muy importante: “la paciencia no quiere decir solamente el que todo lo soporta”, lo que la paciencia nos dice es que la persona no se deja llevar por los impulsos y evita agredir, o sea es muy diferente entre tener paciencia y aguantar todo. (…) Hay que darse cuenta que la paciencia es como una escuela para ir como sometiendo y midiendo nuestras reacciones naturales [negativas]”.
“El Papa nos dice que tener paciencia nos es dejar que nos maltraten, no es tolerar agresiones físicas, ni que te traten como un objeto. Tampoco es pensar que las relaciones son celestiales, “entre ángeles todos somos maravillosos”, esto lo dice muy claro. El problema está en que si tú te colocas en el centro de atención, todo te parece que no es suficiente. Eso no pasa si tú procuras reconocer lo que está pasando el otro”.
Señaló que de la impaciencia surgen problemas mayores como el insulto, la agresión y la violencia.
“Tenemos que darnos cuenta que en la familia la paciencia es una gimnasia habitual (…) Cuántos problemas grandes brotan de los pequeños problemas de impaciencia. Cuando surge la impaciencia; surge la violencia, surge el insulto y finalmente hasta se puede romper un hogar”.
También indicó que ante faltas contra la verdad uno no puede ser paciente, pero sí puede corregirlo de buena manera.
“Si yo tengo mucha paciencia y al frente tengo un mentiroso que todo el tiempo me agrede, puedo tener paciencia hasta un límite porque la paciencia empieza a chocar con la verdad. Entonces, yo no puedo tener paciencia si el otro miente, tengo que corregirlo, no agrediendo, pero corregirlo. Da impresión de que pierdo la paciencia pero no, usted ya está abusando de mi paciencia”.
“En las familias hay caídas”
En la conversación sabatina, el Cardenal Juan Luis, comentó sobre la alocución del Papa Francisco en su última visita a México, que se escuchó en el programa acerca de la familia.
“El Papa siempre está hablando a la familia y a la gente que tiene miedo de jugar un partido limpio. Cuando uno juega el partido de amarse y de formar una familia hay heridas y hay caídas. Él está diciendo que no se engañen en una familia que parece que todo va bien pero no se quieren, que parece que todo va bien pero nunca hay discusiones, que parece que todo va bien pero todo es en base a caprichos de uno y de otros. Entonces el Papa dice: “yo prefiero una familia que tenga discusiones, que tenga dificultades, pero que con sinceridad afrontan esas dificultades y procuran llevarlas por un camino correcto”.
El cardenal también señaló que es necesario mantenerse en la oración junto a la familia.
“Sin la ayuda de ese Jesús en la familia comprendo que todo esto es una teoría abstracta. Cuánta gente que no tiene fe o no practican su fe dirán: “qué fácil que es hablar cardenal, pero que difícil ponerlo en práctica”, evidentemente eso sucede si no hay oración (…) Sin esa oración y sin ese acudir al Señor muchas veces uno dice: “no aguanto más””.
“El Señor rechaza a los soberbios”
Por último, el cardenal Juan Luis exhortó a desterrar la envidia y la mentira y mantenerse siempre en la verdad.
“Creo yo que vale la pena siempre hacer un llamado: la verdad no hace daño nunca. La mentira, la intriga y la envidia hacen mucho daño. Entonces, para mí y para todos: si tienes algo de envidia y de intriga, de querer hacerle daño a otro, quítalo. Y no te digo para los que tienen que aplicar la justicia, es mucho más importante para ellos el que limpien el corazón de intereses subalternos, de hacer daño de perseguir y de maltratar. Y no te digo de los que tenemos responsabilidad como el caso del obispo o de un sacerdote, [nosotros] tenemos la responsabilidad de decir: no albergues en tu corazón falsedad y mentira”, porque no es bueno, estás traicionando a Dios y eso es muy grave, no se juega con Dios”.