La jirafa y el leoncito – Cuentos para la Cuaresma
Una enorme jirafa se acercó a beber en un río.
Miró alrededor por si había cerca algún león. Tenía que tener cuidado, ya que muchas veces los leones las atacaban cuando estaban bebiendo.
Abrió sus patitas delanteras para poder bajar su largo cuello y se acercó al agua.
De repente escuchó un pequeño gemido, como si alguien estuviera llorando, vio una sombra y se asustó un poco, enseguida observó que un pequeño león se escondía en un arbusto. Era Leonín, un pequeño león que se había perdido.
Leonín, miró hacia el cuello de la gran jirafa que parecía no acabarse nunca. Cuando al fin vio su cara, unos enormes ojos negros le miraban.
El leoncito giró su cabeza y agachó las orejas.
Avanzó la jirafa, a paso lento y tranquilo, hacia él, le tendió la patita.
El león la acarició, dejó de llorar y ambos perdieron el miedo.
La jirafa le preguntó: – ¿Cómo estás tan lejos de tu casa?
Verás, le dijo el león. ¡Me perdí, por salir corriendo detrás de una gacela! ¡Sólo quería jugar!
¡Corrí muy veloz hasta quedar agotado!
¿Qué ocurrió después?
La gacela se espantó y yo me quede en este lugar. Estaba muy asustado, pero soy un león valiente, ¡no quería llorar! ¡Estoy tan cansado, dijo el leoncito.
Ven, vamos hasta aquel árbol, – le dijo la jirafa – allí descansaremos.
El león se acurrucó entre las patitas de la jirafa y se quedó dormido junto a ella. Juntitos muy juntitos para darse calor.
Pasaron largos días, la jirafa cuidaba de él, le alimentaba y le daba cariño como si fuera su mamá. Un día le explicó que tal vez, dentro de un tiempo tendría que volver con los demás leones, pues era lo mejor para el leoncito.
Una mañana, el león bebía en el río, cuando unos leones se acercaron a él. La jirafa les observaba desde un alto. Contempló como el león se había encariñado con ellos. Había llegado el momento de partir.
Ella vio como se alejaba el leoncito para siempre, pero a pesar de todo estaba feliz, porque él, había encontrado a su nueva familia.
– En esta lectura, la jirafa ayuda al león, a pesar de no pertenecer a la misma familia, y sabiendo la jirafa que el león podría hacerle daño en cualquier momento, ¿alguna vez hemos hecho lo mismo con alguien que estaba triste, llorando y sufriendo?
– ¿Nos hemos acercado a el/ella con afán de consolarla o porque no nos caía bien o no era de nuestro grupo de cole o de amigos? ¿Hemos mirado para otro lado y no la hemos consolado?
– En caso afirmativo ¿cómo te has sentido?
– ¿Crees que hay que ayudar y consolar a todo el que te lo pide o sólo a aquellos que son nuestros amigos? ¿Por qué?
– ¿Con quién te identificas del cuento?
– ¿Si fueras jirafa, que harías? ¿Y de ser león?