La IGLESIA de JESÚS no debe quedar ESTANCADA
El Papa Francisco repite con mucha frecuencia que los miedos, las dudas, la falta de audacia… pueden impedir de raíz impulsar la renovación que necesita hoy la Iglesia.
En su Exhortación “La alegría del Evangelio” llega a decir que, si nos quedamos paralizados por el miedo, una vez más podemos quedarnos simplemente en “espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.
Tenemos que movilizarnos para reavivar la fe de nuestras comunidades cristianas y no instalarnos en un “estancamiento infecundo”.
Una de las grandes aportaciones del Concilio fue impulsar el paso desde la “misa”, entendida como una obligación individual para cumplir el precepto de la Iglesia de oír misa, hacia la “eucaristía” vivida como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su esperanza en Cristo.
En nuestras celebraciones de la Eucaristía debemos encontrarnos con la palabra de Dios clara, con un rito expresivo, con una acogida estimulante necesaria para alimentar nuestra fe débil y vacilante.
La Eucaristía debe ser “el centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana”. La Eucaristía debe ayudarnos a actualizar la cena memorable de Jesús donde se concentra de modo admirable el núcleo de nuestra fe.