La generosidad con los pobres abre camino para la vida eterna
Puerto Iguazú (Misiones), (AICA)
Pobreza
“El maligno incitando al hombre a pecar, lo arrastró a la muerte total -física y espiritual, es decir a la separación eterna de Dios- y aunque la muerte corporal siga siendo consecuencia del pecado, es para el ‘justo’ paso y tránsito para la vida eterna”, dijo en su homilía dominical monseñor Marcelo Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú, y explicó que Cristo redimió al hombre “del pecado y de la muerte, le da vida y vida eterna. Y muestra esto en el evangelio ‘dando vida a los que están muertos’”.
El prelado aclaró que “la resurrección obrada por Jesús esboza una realidad muy superior que tendrá lugar al fin de los tiempos para todos los hombres: la resurrección de los cuerpos”, porque las personas “que resucitó durante su vida terrena morirán de nuevo, pero a su tiempo ellos resucitarán para siempre a la vida inmortal”.
“En esta fe -afirmó- debemos mirar a la muerte propia y ajena, no como simple encrucijada de dolor, sino como un ‘tránsito al encuentro definitivo con el Señor’”. Y aseguró que “la caridad, la benevolencia, la generosidad para con los pobres, obtiene de