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LA EUCARISTÍA DEBE AYUDARNOS a CREAR FRATERNIDAD

LA EUCARISTÍA DEBE AYUDARNOS a CREAR FRATERNIDAD

LA EUCARISTÍA DEBE AYUDARNOS a CREAR FRATERNIDAD

LA EUCARISTÍA DEBE AYUDARNOS A CREAR FRATERNIDAD

  Se ha insistido mucho en decir que la misa es el “santo sacrificio”, sin embargo, los creyentes tenemos que recuperar la Eucaristía como signo y vivencia de la comunión y la fraternidad que debemos buscar entre nosotros y que no alcanzará su verdadera plenitud sino en la consumación del Reino. La Eucaristía tiene que ser una invitación constante a crear fraternidad y a vivir compartiendo lo nuestro, aunque sea poco. 

La Eucaristía nos obliga a plantearnos las relaciones entre aquellos que la celebramos como «signo de comunión fraterna». La Eucaristía se convierte en burla cuando su celebración no nos ayuda a cuestionarnos si nuestras relaciones con los demás se basan en el amor y la justicia.

A veces nos preocupamos de cuestiones muy secundarias de la “misa” mientras que a muy pocos les preocupa si la celebración de la Eucaristía es signo de verdadera fraternidad o al menos nos da fuerza e impulso para buscarla.

  Cuando no hay justicia, cuando no se vive en solidaridad, cuando no se hace nada por cambiar las cosas, cuando no se ve esfuerzo por compartir los problemas de los más necesitados, la celebración eucarística queda vacía de sentido. 

 No tenemos que esperar a que desaparezca la última injusticia para poder celebrar nuestras Eucaristías, pero tampoco podemos seguir celebrándolas sin que nos impulsen a buscar la justicia allí donde nos movemos. El pan de la Eucaristía nos alimenta para el amor y para una mayor comunicación y solidaridad.
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