MIGUEL ESQUIROL VIVES, esquirolrios@gmail.com
COCHABAMBA (BOLIVIA).
ECLESALIA, 03/01/13.- Todas nuestras acciones son políticas, tanto públicas como privadas, pues todas tienen alguna incidencia en la sociedad. La Base de la política es el bien estar de los pueblos, la paz basada en la justicia y el respeto igualitario de la dignidad de todos los seres humanos. El gobierno es el ente servidor encargado de organizar la sociedad para este fin.
Por eso la Navidad tiene su dimensión política, pero la sociedad de consumo se ha encargado muy bien de maquillar la Navidad dándole también su dimensión política, distinta a la del evangelio de Jesús. ¿Pues en qué queda hoy aquel relato del censo que obliga a una mujer embarazada y a su compañero a viajar pobremente y por pobres ser rechazados de todo alojamiento?
¿Cómo queda aquella preferencia de Dios por los pobres, al llamar a una joven de Nazaret del pueblo más despreciado de Palestina a ser madre de Jesús?
¿Y quién recuerda en estas fiestas aquella frase de María recién embarazada cuando visita a su prima, y entre otras cosas le dice, que desde este encuentro: “Dios manifiesta su fuerza y dispersa a los hombres de soberbio corazón. Derriba a los poderosos de sus tronos y eleva a los humildes. Llena de bienes a los hambrientos y despide a los ricos con las manos vacías”. Lucas 1, 51-53.
El sonrosado, satisfecho y bonachón personaje patrocinado por Coca Cola ha ocultado a aquel niño y a su madre en parto en un establo rodeado de animales, sucio de paja y estiércol, en el que María da a luz a Jesús, acompañada eso sí de los pobres como ángeles solidarios.
Uno de los relatos más terroríficos del evangelio de estas fechas es la cruel acción del rey de turno que para defender su poder manda asesinar a los niños recién nacidos en estos días. La sociedad satisfecha de siempre ha convertido esta fecha en una fiesta de chistes y bromas, las inocentadas, escapando como escapamos tantas veces de lo profundo de los hechos, engañados por los medios de comunicación. Y quizás ya no nos acordamos de que esta situación obligó a aquella familia a salir al exilio hasta un cambio de gobierno.
Mientras el 20% de la humanidad disponga para su disfrute del 80% de los medios de vida y el 80% de la humanidad deba contentarse con solo el 20% de lo que queda, no podemos decir que la Navidad no tiene nada que decir a esa injusticia y hacer justicia es la primera obligación de la política si quiere conseguir la paz.
Mientras millones de niños mueren cada año de hambre en el tercer mundo y el número de pobres crece en el primero, y sin que nos inquiete ni mucho ni poco el gran insulto a la razón de lo que está pasando en un continente, expoliado durante siglos por Europa, como es África, estaremos diciendo que la Navidad no tiene nada que ver con la política y estaremos dejándonos robar la Navidad por la Coca-Cola con todo lo que ella simboliza, para que nada cambie. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).